Aquella urbanidad Página 13
Urbanidad y buenas maneras de épocas pasadas
A lo largo de toda la historia distintos autores, articulistas y personajes anónimos han hecho referencia, de una manera directa o indirecta, a temas sobre cuestiones de educación, buenas maneras, cortesía...
Todos los artículos de Aquella urbanidad
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Todos los principios son informes, y queda después la imaginación de aquella deformidad: la memoria de haberlo visto imperfecto no lo deja lograr acabado.
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Hay tropiezos del decoro, tanto propio como ajeno, siempre a punto de necedad. Encuéntranse con gran facilidad y rompen con infelicidad.
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Estamos entre dos extremos, y así se participa de entrambos. Altérnanse las suertes: ni todo ha de ser felicidad, ni todo adversidad.
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Alzóse con el mundo la necedad, y si hay algo de sabiduría, es estulticia con la del cielo; pero el mayor necio es el que no se lo piensa y a todos los otros define.
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No necesitan algunos para hechizar de las yerbas de Tesalia, que con sólo el buen aire de una gorra encantan necios, digo desvanecidos.
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No hay cosa que requiera más tiento que la verdad, que es un sangrarse del corazón. Tanto es menester para saberla decir como para saberla callar.
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Los amigos grandes son para las grandes ocasiones. No se ha de emplear la confianza mucha en cosas pocas, que sería desperdicio de la gracia.
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El hombre más perfecto no se escapa de algunos, y se casa o se amanceba con ellos. Haylos en el ingenio, y mayores en el mayor, o se advierten más.
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Pensar anticipado: hoy para mañana, y aun para muchos días.
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Querer hablar y oírse no sale bien; y si hablarse a solas es locura, escucharse delante de otros será doblada.
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Su mayor lucimiento libra en los lances de la venganza: no se los quita, sino que se los mejora, convirtiéndola, cuando más vencedora, en una impensada generosidad.
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Muchas cosas que eran algo, dejándolas, fueron nada; y otras que eran nada, por haber hecho caso de ellas, fueron mucho.
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Todo amigo es bueno, y sabio para el amigo. Entre ellos todo sale bien.
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No dependen las perfecciones de un solo agrado: tantos son los gustos como los rostros, y tan varios.
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Padres de familia, enseñad primeramente a vuestros hijos las cosas necesarias, en seguida las útiles, y por último, las que sirven de adorno.
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Los antiguos tenían la costumbre de dedicar sus obras a aquellos amigos a cuyas instancias debían sus diversos ensayos.
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Al entrar en una iglesia, si está el Santísimo expuesto, se debe hacer la genuflexión hincando las dos rodillas, inclinando la cabeza y santiguándose.
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Cuando se quiere dar o devolver alguna cosa a otros, hay que entregarla con prontitud.
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Aunque pudiera extenderme mucho más en cada uno de los artículos de que os he hablado, de moral, virtud y urbanidad, contemplo que os he dicho lo bastante, para que seáis buenos, virtuosos y corteses.
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Expresiones proverbiales y dichos comunes son las flores de la retórica usadas por un hombre vulgar.
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Es preciso abrir los dientes para leer o hablar, articulando cada palabra claramente.
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No se debe exigir que todos sean buenos periodistas, pero sí que la forma de la letra sea clara y sin garabatos.
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'Adonde fueres, haz como vieres'. Quiero decir que, si alguna vez vais a un reino extranjero, os sujetéis a los usos y costumbres del pais.
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¡Cuántas veces el más sólido mérito ha sido mal recibido y desechado por falta de gracia, en tanto que un hombre con algunas prendas superficiales, poco saber y menos mérito, introducido por las gracias, ha sido recibido, querido y admirado!
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El que se equivoca y tiene la franqueza de confesarlo, obra con nobleza. El que trata de evadirse de alguna cosa por medio de una mentira, es un hombre despreciable y cobarde.
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No creáis que las buenas amistades se hacen de repente.