Empezar el discurso. Tono de voz adecuado y ritmo
Llegó la hora y los nervios a flor de piel. Empezar con una intervención hablada. Disimular los nervios. Elegir el ritmo adecuado, el tono agradable y la velocidad correcta
Cómo comenzar un discurso de forma correcta
Llegó la hora de hablar: comienza el discurso
Dicen los expertos, que los nervios, si no son excesivos, ayudan a tener un mayor nivel de adrenalina en nuestro cuerpo. También, agudizan nuestra capacidad intelectual. No obstante podemos tomar una infusión o cualquier otro tipo de bebida -no alcohólica- que nos haga sentir mejor.
Bien preparado y buenos conocimientos
La preparación previa, a la que habíamos hecho referencia con anterioridad, es fundamental, para perder los nervios. Cuando se domina el tema y se está preparado, la seguridad nos hace estar menos nerviosos. También, estar entretenido antes de nuestra intervención (charlando con otras personas, leyendo, etcétera) nos ayuda a tener la mente ocupada en otra cosa.
No exteriorizar el estado de nerviosismo
Si aun así, salimos nerviosos a realizar nuestra intervención, procuremos no hacerlo notar al público con tics, gestos (tocarse la nariz, meterse las manos en los bolsillos...), golpecitos en el micrófono o en el atril, golpecitos con el bolígrafo, doblar papeles, y gestos similares. Como un buen actor, debemos disimular el nerviosismo, y no transmitir esta sensación al público, que suele ser muy receptivo.
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Es hora de hablar: seguridad y templar los nervios
Llegado el momento, hablaremos como si estuviéramos solos en nuestra casa frente al espejo; hablaremos con naturalidad. Nunca es aconsejable comenzar con una falsa modestia -dudando de la razón por la que nos han invitado o cosas por el estilo- o hablando demasiado sobre nosotros -aunque seamos el protagonista de un homenaje, por ejemplo-.
Fijemos la atención del público nada más empezar con un esquema general de nuestra intervención. Esta primera impresión es importante al comienzo, ya que de ella depende, en gran medida, el éxito posterior de nuestra intervención.
El tono, el volumen y el ritmo
Elijamos un tono de voz adecuado y un ritmo "ligero", que no haga demasiado monótona la intervención. Utilizar un tono demasiado monótono hará que el público acabe dejando de prestar atención. Hay que 'actuar' con la voz ofreciendo cambios -en el tono, en el ritmo y en el volumen- en función de lo que se estamos contando.
Se debe procurar mantener la atención constante de su público, empleando todas las "armas" que tengamos a nuestro alcance y que hemos dado anteriormente -contar anécdotas, curiosidades, etcétera-.
Hablar en público de principio a fin
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