Aquella urbanidad Página 34
Urbanidad y buenas maneras de épocas pasadas
A lo largo de toda la historia distintos autores, articulistas y personajes anónimos han hecho referencia, de una manera directa o indirecta, a temas sobre cuestiones de educación, buenas maneras, cortesía...
Todos los artículos de Aquella urbanidad
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La avaricia se echa de ver, por donde quiera, pareciéndose al amor y a los celos.
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El hombre juicioso sigue la moda sin afectación, y procura que se advierta más bien en su modo de vestir un buen gusto, que lo que se llama última moda.
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Suele ser el escollo donde se estrellan las personas de talento, la piedra de toque de los caracteres de cada uno, y en la conversación es en donde se conoce a un hombre bien educado.
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Guardaos también al escuchar la historia o relación de un suceso de decir: "eso lo sé yo muy bien".
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La mentira es indigna de un hombre de honor, se descubre muy fácilmente en el mundo, y expone a un bochorno y la ridiculez.
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Jamás entréis en partido alguno de las familias; esto no os toca, y si fuereis llamados para intervenir, apaciguad, endulzadlo todo.
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Hay una crítica decorosa y justa que suele emplearse libremente, y que si así no fuese se faltaría a la franqueza.
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La crítica amarga, acre y mordaz, degenera por lo común en personalidades, y saca enteramente de la esfera a que debe limitarse un hombre de buena sociedad.
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Ya no tanto distinguen a los individuos los trajes, como la instrucción, la educación, el ingenio y los talentos acompañados de las gracias y elegancia.
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Si tenéis que alabar a una mujer sobre su belleza, frescura y dulzura de sus miradas, o sobre el conjunto de sus facciones, no lo hagáis jamás a expensas de otra.
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No hay cosa más agradable que el talento que va acompañado de gusto, discernimiento y juicio.
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El conocimiento de algunos estilos es necesario, no precisamente para ser admitido en la sociedad de buen tono, sino para ser colocado en ella convenientemente.
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El espíritu de urbanidad es cierta atención a que nuestras palabras y modales hagan que los demás queden contentos de sí mismos y de nosotros.
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Para escribir acerca de las mujeres era preciso mojar la pluma en los colores del arco iris.
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No hay cosa más delicada que el honor de una mujer; un soplo le altera, una palabra le marchita.
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Debe, pues, alabarse a tiempo y con medida. Hay alabanzas tan excesivas que por lo mismo se declaran a sí mismas, convirtiéndose en sátiras.
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La sociedad de hombres que no tuviese un punto u objeto especial, perecería por el mismo fastidio o falta de agrado.
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Con esta clase de personas no se debe temer el ser impolíticos, y se debe romper inmediatamente con los que espetan cumplimientos ridículos.
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Muy bien se puede huir de un hablador en una tertulia, pero no hallo medio para sustraerse de él cuando se le encuentra en la calle.
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La virtud resplandece en medio de la obscuridad de una vida retirada; y como siempre se abre camino, temprano o tarde llega a ser recompensada.
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Los puntos principales de los artículos sobre la amistad, la buena crianza y el carácter.
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Los puntos principales de los artículos sobre las compañías y la conversación.
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Los puntos principales de los artículos sobre la cortedad, la desatención, las distracciones, la economía y las gracias.
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Los puntos principales de los artículos sobre las habilidades, los hábitos malos y la mentira.
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Los puntos principales de los artículos sobre los modales, el mundo y la murmuración.
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Los puntos principales de los artículos sobre la oratoria, la pedantería, los placeres, las preocupaciones y la religión.