Reglas de urbanidad Página 49
La urbanidad es el buen comportamiento acorde con los buenos modales que demuestra buena educación y respeto hacia los demás
La urbanidad es un concepto asociado al comportamiento social más apegado a lo antiguo. Podemos afirmar que ha dejado de ser, en nuestros tiempos, un código riguroso e inamovible
Todos los artículos de Reglas de urbanidad
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El respeto es la base fundamental de la relación con los padres, amén del cariño y la obediencia.
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Desde el Catón de 1780 y el "Catón Real" de 1905, con capítulos dedicados a la higiene personal, a Dios y a la Patria, a los libros de las décadas de 1950 y 1960, se observa un cambio de toda índole.
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Normas de comportamiento de las niñas en la iglesia.
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Las niñas deben tener respeto a sus padres. abuelos, hermanos y, en general, a todo el mundo con el que se relacione.
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Los profesores son como nuestros padres en la escuela, a los que debemos hacer caso en todo lo que nos dicen y a los que debemos respetar.
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Las normas de cortesía con las preferencias galantes que se permiten a las mujeres.
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Nada tan agradable como una niña limpia y bien compuesta, aunque sean sencillos o humildes sus vestidos.
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En la Edad Media los lutos consistían en la manera de llevar los trajes más que en el color. Los reyes lo llevaban violeta y las reinas blanco.
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Las visitas de pésame se hacen en los primeros meses que siguen a la desgracia, y mejor todavía en la primera quincena.
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Hay que destinar a los huéspedes habitaciones confortables, con todos los objetos necesarios de uso cotidiano.
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Considerando la mesa como un sitio de placer, no debe invitarse nada más que a personas gratas.
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Es bien entendido que la dueña de la casa pondrá todo el cuidado posible en romper el hielo entre los invitados, presentando a todos los que no se conozcan.
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Los vinos se sirven por la derecha; el criado anuncia: "Vino de X", y se cuidará de que sean lo más variados y finos posible.
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Los sitios de delante pertenecen exclusivamente a las mujeres; los caballeros se colocan un poco detrás, aunque los puestos de delante estén desocupados.
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El escoger la pieza y la designación de actores son cosas delicadas, que reclaman todo el tacto de la dueña de la casa.
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Se cuidará mucho de no ocupar los asientos con objetos y no llevar perfumes exagerados ni alimentos de olor fuerte que puedan incomodar a los otros viajeros.
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Según el hotel, se debe vestir de manera más o menos elegante, y no hacerse notar por demasiada negligencia o por una exhibición de trajes exagerada.
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La costumbre de señalar un día para recibir es útil y necesaria. Nada hay más desagradable que dejar las ocupaciones para ir a una casa cuyos dueños están ausentes.
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Un hombre joven no debe jamás ser el primero en ofrecer la mano a una mujer; cuando dos hombres se encuentran en un salón y no tienen intimidad, el de más edad debe ofrecer la mano al otro.
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Una persona nunca puede ir sola a visitar a un hombre soltero, a no ser éste de edad y respetable posición.
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Hablando con mujeres se marca más dulzura en la entonación, a los ancianos se les atestigua deferencia y a todo el mundo política y amabilidad.
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En los conciertos, conferencias o sitios en que todos escuchan, no se debe hablar y distraer la atención de los demás, impidiéndoles oír.
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Si deseamos nos acompañe a la mesa persona distinguida, la invitación se hace de palabra o por escrito unos días antes del convite.
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Hemos de recibir a los invitados con agrado, estando en casa una hora antes aproximadamente de la señalada. Si somos invitados, iremos un cuarto de hora antes.
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Cuando tengamos necesidad de llamar a algún sirviente, si le conocemos, le llamaremos por su nombre; caso contrario, haremos una señal.
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Estas reglas de urbanidad están escritas para orientar un poquito a la juventud rural en lo más elemental.