Para los adolescentes, los buenos modales ya no son los de antes
Ya no se estila ponerse para cenar jazmines en el ojal, pero los mensajes que esos gestos transmiten siguen vigentes
Los buenos modales actuales y los adolescentes
Los chicos cambiaron su forma de relacionarse entre ellos y con los mayores, dicen los especialistas. Y tienen otra manera de entender la cortesía. Qué modales se extinguieron y cuáles siguen vigentes.
El tipo es un mafioso, sin embargo -o por eso- entiende en detalle que un gesto puede ser una señal. El tipo es Chazz Palminteri, el mafioso de "Una luz en el infierno", que le da un consejo a un pibe que lo admira, Lillo Brancato. Resulta que el pibe va a salir por primera vez con una chica que lo tiene loco, y la va a pasar a buscar en auto. El mafioso le dice algo así:
"Vos abrís la puerta de ella primero y das la vuelta por atrás del coche. Si ella se estira y levanta el seguro de tu puerta, entonces es la mujer de tu vida".
Gestos, modales, maneras de decirle algo al otro, imagen. Ya no se estila ponerse para cenar jazmines en el ojal, pero los mensajes que esos gestos transmiten siguen vigentes.
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"Educación -declaró en una entrevista Eugenia de Chikoff, decana de los buenos modales en la Argentina- es bailar como suena la música".
Adaptarse a la situación
No parece muy educado abrir un envase de salsa con los dientes, esparcirla sobre una bandeja, tomar un alimento grasoso con las manos y mojarlo en la salsa de la bandeja. No, no parece muy elegante. Pero es la manera correcta de comer papas fritas en un local de hamburguesas. Y seguramente los adolescentes serán los campeones de la destreza en este campo.
"Los modales -dice el sociólogo Mario Margulis- son pautas de cortesía que tienen que ver con formas que históricamente se han construido para regular el trato mutuo. Uno se mueve con gente que no conoce, entonces hay pautas que mitigan la conflictividad. Tienen el rol social de favorecer la interacción. Y son, también, un reconocimiento del otro. Muchas de esas normas han perdido vigencia en el país, lo que habla de cómo nos afectó el individualismo. Veo que los chicos representan cada vez más lo que se vive en la sociedad".
No todo tiempo pasado fue mejor, claro, pero seguro fue distinto. "En la casa de mi niñez -dice Olga Strien, 77 años, crecida en un pueblo de Corrientes- los chicos no podíamos levantarnos de la mesa sin pedir permiso: no podíamos decir: ''Esto no lo quiero''; había que comer lo que te servían. Había que tener los codos contra el cuerpo, sentarse limpio y bien vestido a la mesa. ¡Nos peinábamos para ir a comer! Había que lavarse las manos antes de sentarse, comer con la boca cerrada y manejar con destreza los cubiertos".
En una casa de pueblo hace más de 70 años, la comida llevaba cerca de una hora y media. Los chicos no hablaban si antes un mayor no les dirigía la palabra y ni se les ocurría contestar si los retaban. "Las reglas -dice Olga- nos resultaban muy naturales; así nos criábamos". Los hijos de Olga aprendieron a cortar una naranja con cuchillo y tenedor, pero en una generación quedó poco de toda esa normativa.
"No es muy usual encontrar a alguien que coma tan mal que te moleste", opina Agustín Cosovschi, 15 años, estudiante del Nacional Buenos Aires. "Quizás a uno de 60 años le molesten los codos arriba de la mesa. Hay gente que es bastante cerrada y se cree un ejemplo para los demás".
"Con los mayores -dice Igal Kejsefman, 16, alumno de un colegio técnico- me cuido más en la forma de comer. Entre amigos tenemos modales en común, pero con la gente mayor hay otros, más antiguos. Si estoy con mis papás y comemos pizza, tomo de un vaso y en la calle, con mis amigos, del pico y todos de la misma botella. No me molesta que alguien coma con la boca abierta, pero todo tiene un límite."
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En una escuela nocturna de la zona sur, la directora cuenta que los modales de sus alumnos en la mesa mejoraron, pero que no fue por su trabajo: "Los chicos comen acá una vianda. Son 350, llegan 200 viandas. Antes se tiraban con la comida; ahora la comparten y no queda nada".
Si antes los chicos no podían hablar en la mesa y había algunos temas que no era cortés tocar, ahora es habitual que los adolescentes se vayan con una bandeja a su cuarto y no participen de la cena familiar. "Yo -dice Agustín- suelo comer mirando la tele. Tradicionalmente, la cena es el momento de hablar, pero nosotros estamos en contacto todo el día, no siento necesidad de estar con ellos en ese momento".
Las reglas de cortesía y las buenas maneras de antaño
Reglas de cortesía, también las había para regular el comportamiento entre varones y mujeres. Mucha agua pasó bajo el puente desde los tiempos de Olga -"en mi escuela los chicos hacían el recreo en un patio y nosotras en otro, guay de juntarnos"- hasta hoy, cuando se discute qué tipo de beso es admisible aulas adentro. "En mi escuela, en Paraguay, las mujeres salíamos del aula primero, los varones después", recuerda Verónica Bernal, 35 años.
A Samuel Gordon, 90, le parece obvio que si camina con su mujer por la calle, ella va del lado de la pared: "Así la cuidamos, es su derecho". Igal, su bisnieto, no está tan seguro: "Me comentaron algo como que el hombre va del lado... ¿de la calle?, pero nunca lo implementé".
Hace veinte años, todavía los varones acompañaban a las mujeres a sus casas después de una salida, tanto en pareja como en grupo. Ahora, depende. "Si salimos de a dos -dice Gabriel Mileo, 18- en general, la acompaño, salvo que viva en Moreno... También lo pienso de otra manera: si la acompaño, tengo más posibilidades. Si salimos en grupo, tratamos de tomar el mismo bondi, pero entre ellas se acompañan".
También puede pasar que papá -o mamá- le preste el coche a la nena y que sea la mujer la que pasa a buscar al varón. "Lo de ser caballero -concluye Agustín- mucho sentido no tiene. No parece que nadie lo espere".
Juan Carlos Volnovich, psicoanalista especializado en adolescentes, señala que "hay costumbres que cambian entre los varones de acuerdo a si están con chicas o no. Dejar escapar gases está bien entre varones, pero está mal frente a las chicas". Volnovich también señala otros cambios: "Ahora los varones se saludan con un beso. Se besan como primer acto de presentación. Eso, me parece, tiene que ver con la violencia: cuanto más se tocan, menos violentos".
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Hay cosas, saber juvenil, que no se niegan: un cigarrillo, un trago de cerveza. Y hay formas de pedir: "Vas por la calle -dice Gabriel- y te pueden decir: ''¿tenés un careta?'' o ''¿tenés un tabaco?'', para pedirte un cigarrillo. Y si el otro tiene una birra, le decís, ''¿me das un trago?''. Y no se puede negar".
-¿Te lo piden "por favor"?
-Ah, no -se burla Gabriel-, ahí le decís que no.
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