El hombre de mundo con sus iguales.
Si pasa la noche con iguales, se porta con aquella urbanidad habitual que jamás debe abandonarle.

El hombre de mundo con sus iguales.
No está el tono en ser urbanos en las casas de los demás, sino en serlo cual conviene. Un hombre fino se presenta y habla según en donde se encuentra. Si pasa la noche con iguales, se porta con aquella urbanidad habitual que jamás debe abandonarle, con aquella ligereza que lo embellece todo, y lo baña con el barniz de la amistad decente y de la familiaridad que ennoblecen los pormenores de la vida. Todo debe ser en esta sociedad natural y franco; no porque convenga en parte ninguna la exageración y falsedad, sino porque en otras partes no es permitido a uno ser todo lo que es entre amigos e iguales, y esta es una condición tan agradable como necesaria.
Entre iguales es donde el corazón se desahoga, en donde se tiene toda libertad, y en donde un hombre puede manifestar todos los sentimientos benévolos de su corazón. ¡Feliz aquel que vive con sus iguales! En estas reuniones es en donde se dice su opinión francamente, y sin ninguna reserva, se refiere su vida, sus penas, sus pesadumbres, y en que es uno el confidente de las penas que afligen a otros, compadeciéndose de ellas; y esto se extiende más particularmente de la intimidad, porque la intimidad nace en medio de los hombres. Cuando se forma con iguales en fortuna y situación, es natural y durable; en vez que la intimidad con un superior o con inferiores, siempre está sujeta a inconvenientes.
"Un hombre fino se presenta y habla según en donde se encuentra"
Por talento que tengáis, y por cualidades que os sean propias, no afectéis nunca con vuestros iguales ni soberbia ni mal humor. El amor propio aumenta a nuestra vista los talentos que creemos tener, y nos da cualidades que no tenemos. No seáis jamás acres ni cáusticos; y si por desgracia, habéis incurrido en este defecto, soportad animosamente una respuesta por viva que sea. Pensad que el que os contesta ejerce un derecho cruel, del que vosotros le habéis dado ejemplo.
Por conexiones que se tengan con el dueño de una casa, y por igualdad que haya entre vosotros, guardaos de presentaros con un peinado descuidado, o a horas que sean incómodas por sus ocupaciones. Sería esto faltar al respeto de instinto que se debe a los mayores amigos, y que se acerca mucho al que cada uno se debe a sí mismo.
No temáis manifestar todo el interés que os inspira la familia de quien sois recibido familiarmente; preguntad por la salud de los parientes, informaos de la situación de los negocios, de los progresos de la educación de los niños, y de la jaqueca de la señora. Todas estas cosas que a veces no convienen en casa de los superiores, porque pudieran tomarse a mal, y como una especie de franqueza, son nobles y debidas entre nuestros iguales.
No ha de manifestarse jamás demasiada ansia por saber lo interior de los negocios de familia; y cuando se os dispense alguna confianza, guardad un secreto inviolable, sabiendo que la estimación que en esto se os manifieste os impone deberes muy rigurosos; y que por algunas circunstancias que puedan sobrevenir, algún acontecimiento que os aleje de aquella familia, o alguna enemistad que en lo sucesivo se originase, no deben estas cosas ser título para que abuséis de la confianza que se os ha hecho; conduciéndoos siempre de manera que se persuadan todos a que en ningún caso seréis capaz de una bajeza.
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