
De las modas. Parte II.
Los Romanos llevaban barba cuando sometieron a los Griegos que no la tenían, y la habían dejado de llevar a su vez cuando fueron vencidos por los Godos que aún la conservaban.
De las modas.
La moda de llevar barba tiene cierta cosa de noble y varonil, y de tal modo, que la naturaleza ha querido hacerla como un distintivo entre el hombre y la mujer; y el abandono de esta moda, por lo general, ha acarreado períodos de una afeminación general, y aún de la debilidad y caída de los imperios. Los Romanos llevaban barba cuando sometieron a los Griegos que no la tenían, y la habían dejado de llevar a su vez cuando fueron vencidos por los Godos que aún la conservaban. En el día presente los Tártaros que la llevan bien larga, amenazan aun subyugar a los pueblos desbarbados y afeminados de la Europa occidental; debiendo decirse, además, para probar cuanto tiene de varonil semejante moda, que en los diversos países de la Europa, las guerras le han introducido por algún tiempo.
La barba hace un efecto mucho mejor cuando no está dispuesta con demasiada afectación, v.g.cuando se deja una parte sobre cada mitad del labio superior, y otra parte sobre la barba, y acaba en los lados de la boca, de donde conviene que no pase.
Es injusto ridiculizar los bigotes como una necedad. En quienes sería vituperable es en los que privándose de toda su barba, ponen tanto cuidado en impedir que se les considere como hombres, y que se creen más hermosos por una imitación afectada y ridícula de un semblante femenino.
Si queremos subir a la causa que hace que se ridiculice a veces a las personas vestidas de un modo conveniente en todas las partes de su traje, nos convenceremos que proviene de las clases inferiores, y principalmente, de los artesanos y el bajo comercio, porque el antiguo vestido ajustado es propiamente el que les conviene, pues por desgraciado y ridículo que parezca, como se ajusta más, los expone menos a mancharse durante su trabajo; y ved aquí porque ha prevalecido este traje ajustado en los países comerciantes e industriales, como por ejemplo, en Inglaterra.
Bien conocen los artesanos que si el gusto de las clases superiores les empeña a adoptar los vestidos más anchos y graciosos, las clases y las ocupaciones se conocerán inmediatamente, y quedará declarada la inferioridad.
"Los colores bajos convienen a la tez delicada, y los colores más subidos a los rostros encarnados"
Sepamos contentarnos con la condición sobre la cual no podemos elevarnos ni por nuestros talentos, ni por nuestros medios. Y que el artesano y jornalero se contenten con un traje estrecho y a propósito para su trabajo, y que los demás se atengan a un traje más elevado.
Aquellos que siguen más estrictamente las modas y para quienes no hay otra distinción que la del vestido, no se olvidarán sin duda de que esta distinción queda asegurada para siempre con la adaptación del traje ancho, porque aunque momentáneamente la adopte el artesano o el obrero, jamás entre los griegos las clases inferiores llevaban el "peplum" ni entre los romanos la toga. Pasemos ahora a tratar en pocas palabras de los colores, y cómo deben aplicarse a los vestidos de hombre.
Respecto a las mujeres, es evidente, que los colores bajos convienen a la tez delicada, y los colores más subidos a los rostros encarnados.
Como los hombres en general son más morenos, les convienen también más estos últimos colores, lo cual concuerda con la práctica ordinaria.
Sienta también el color negro a los hombres, porque por lo común son más pálidos; y esto está en armonía igualmente con el uso común.
Pero siempre el color será de menos importancia entre los hombres que la forma de sus facciones. Así el color del vestido es por sí menos importante que la forma; por lo que la moda sola impone a veces lo primero más imperiosamente a los hombres que a las mujeres.
En el redingote o en la corbata, si el chaleco es abierto es donde deben aplicarse los colores en contraste en cuanto a la moda lo permita.
Cuando el color predominante se encuentra en el redingote, el contraste que admite el traje debe colocarse en la parte inferior; por lo que en tal caso los pantalones pueden ser de colores claros y débiles, de manera que hagan contraste más declarado.
En verano ha prevalecido la moda de llevar el pantalón y el chaleco blanco; y no solamente es recomendable a muchos por lo vistoso, sino que sirve también para distinguir las clases, porque no puede convenir a un artesano, o a una clase poco elevada.
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