
El sombrero y la mantilla. III
El primero que sale en defensa de la mantilla es Antonio María de Segovia, El Estudiante, precisamente en la revista Correo de las damas
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Las apelaciones al patriotismo relacionadas con la moda y la forma de vestirse
La mantilla y la basquiña estrecha de la señoras, y la capa encubridora y sucia de los hombres ¿no presentaba el aspecto de un pueblo enlutado, oscuro y desconfiado?
Véanse, por el contrario, esos elegantes sombreros que hacen ondear sus plumas al aire con noble desembarazo y libertad; esas ropas amplias e independientes, sin traba ni sujeción, imagen de las ideas y marcha de un pueblo en la posesión de sus derechos: esa variedad infinita de hechuras y colores, espejo de la tolerancia de los usos y opiniones. Esos gayos y contrapuestos matices ¿no parecen un intérprete de la general alegría?
El Prado de ahora y de veinte años atrás -concluye Larra- son dos pueblos distintos, y parecen, separadamente considerados, dos naciones distintas entre sí.
En el Prado ve una España diferente de sí misma. Dos Españas distintas en su manera de concebir la vida. La España antigua, es la España castiza, la España de la Contrarreforma, de la Inquisición, que ha creado una mentalidad austera, sombría, monótona y triste. Frente a esta España, Larra nos presenta una España joven, europeizada, alegre, tolerante, en definitiva, libre.
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Y de acuerdo con su concepción de las costumbres contrapone las dos Españas mediante el simbolismo de la moda: por un lado la españolísima mantilla castiza y por el otro, el moderno sombrero que llega de Francia.
La contraposición no podía ser más provocadora para los costumbristas castizos y los románticos nacionalistas, desencadenando una reacción en defensa de la mantilla nacional contra el extranjerizante sombrero.
La defensa de la mantilla española frente a las modas extranjeras
El primero que sale en defensa de la mantilla es Antonio María de Segovia, El Estudiante, precisamente en la revista Correo de las damas en que Larra habla mantenido su actitud anticasticista con respecto de las modas.
Después de unos meses de interrupción, el Correo vuelve a aparecer en enero de 1835 redactado por Segovia.
En el primer número de la nueva época, el nuevo hace una profesión de fe en que declara que si bien el periódico seguirá informando de la moda de París, tratará de "levantar en los Pirineos una muralla de bronce" para proteger el espíritu nacional. Movido por este espíritu nacional, lanza una campaña en defensa de la mantilla durante varios meses de 1835. Según Segovia, los sombreros de señora "abundan tanto en el Prado que a penas podría creerse que la mitad de las damas que componen la concurrencia no fuesen francesas".
Apenado por este espectáculo, el costumbrista pone el siguiente comentario en boca de un "elegante francés", satisfecho por la conquista del paseo madrileño:
"He aquí otra nueva revolución. Pero a lo menos no costará lágrimas, ni dejará tras de sí dolorosos recuerdos, si no es que se lamente de ella alguna que otra viuda. Véase si no ese paseo del Prado, continuaba nuestro amable francés... véase cómo desaparece la sombría mantilla bajo los colores vivos y elegantes de las capotas y sombreros, que han venido a realzar la belleza de las graciosas españolas".
¿No es esto una alusión a lo que Larra había dicho en la Revista Española? En todo caso, lo parece: Segovia atribuye al "elegante francés" las mismas ideas que habla expresado Fígaro en el artículo antes referido: la revolución pacífica, la sombría mantilla dejando el paso a los alegres sombreros.
Frente a esto, Segovia insiste en que ya es hora "de que los españoles, particularmente los que componen la alta clase social, se desprendan de ese apego a todo lo que es extranjero, que tan poco favorece a su ilustración y patriotismo".
Las apelaciones al patriotismo en favor de la mantilla y en contra del sombrero se repiten entre los costumbristas y románticos. En apoyo del Correo de las Damas sale El Artista, la revista que representa precisamente el romanticismo nacionalista y patriótico. Eugenio de Ochoa felicita al Correo de las Damas por haber sido el primero entre los periódicos en haber elevado la voz contra "el antipatriótico uso de los sombreros mujeriles".
En un largo artículo Ochoa expresa "la amarga humillación" y el "dolor" de ver "un uso extranjero triunfar de un uso español". Finalmente, mencionemos la intervención de Mesonero Romanos pocas semanas después con su artículo "El sombrerito y la mantilla". Empieza diciendo que "los autores extranjeros que han hablado tanto y tan desinteresadamente de nuestras costumbres, al describir el aspecto de nuestros paseos y concurrencias, han repetido que la capa oscura en los hombres y el vestido negro y la mantilla en las mujeres, presta en España a las reuniones públicas un aspecto sombrío y monótono, insoportable a la vista, acostumbrada a mayor variedad y colorido". Esto es precisamente lo que había dicho Larra en el artículo antes citado. ¿Incluía Mesonero a su colega en costumbrismo entre aquellos "autores extranjeros"? El Curioso Parlante coincidía con los demás observadores en reconocer que el Prado de su tiempo no se parecía en nada al de hacía veinte años, ni siquiera al de hacía tres.
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Coincide con Larra en que en ello se percibe "el espíritu innovador del siglo", pero mientras para Larra este espíritu renovador estaba representado por la LIBERTAD, para Mesonero no era más que la expresión del CAPRICHO. Las caprichosas novedades de las modas "han sustituido a la inveterada capa masculina, a la antigua basquiña femenil, y en variedad hemos ganado cuanto perdido en nacionalidad o españolismo".
Como hemos visto, el sombrero y la mantilla representan en el costumbrismo dos actitudes contrapuestas: el nacionalismo conservador y el cosmopolitismo progresista. Dos ideologías que han estado en conflicto durante la historia de la España moderna, desde el siglo XVIII. De lo que se trata en definitiva es de la transformación social que significa el paso de la España feudal del antiguo régimen a la España burguesa y liberal.
- El sombrero y la mantilla. I.
- El sombrero y la mantilla. II.
- El sombrero y la mantilla. III.
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