Urbanidad del decoro particular del bello sexo. Lección decimoquinta. Parte I.
Las actividades de las señoras en sociedad. Los elogios que recben de los caballeros.
Urbanidad del decoro particular del bello sexo.
*** Pregunta. ¿Qué reglas tendrá presentes una señora para no faltar al DECORO particular de su sexo?
Respuesta. La primera y la más importante de todas es, que el decoro ha establecido para el bello sexo leyes mucho más severas que para los hombres; y que si éstos disfrutan de algunas excepciones de las reglas generales, para las mujeres no hay excepción alguna.
*** Pregunta. Diga Vd. pues ¿en qué consisten las principales reglas?
Respuesta. La mujer debe procurar complacer menos a la vista que al espíritu y al corazón, más que a captarse el amor de los hombres debe aspirar a merecer su aprecio; por esto empleará su mérito y su virtud para atraerse los obsequios que otras quieren deber únicamente a sus débiles y pasajeros atractivos.
*** Pregunta. ¿Qué otras reglas establece el decoro del bello sexo?
Respuesta. La mujer que tiene aprecio de sí misma nunca usa de modales que ofendan la razón y el decoro, jamás mide su importancia por su brillantez y solo reconoce mérito en ellos cuando son sencillos, naturales y modestos.
*** Pregunta. ¿Es decoroso que una mujer aparente contra su genio viveza y alegría?
Respuestas. La seriedad natural agrada más que la travesura afectada, y la mujer que tiene siempre presente esta máxima, ni se expone al defecto de reír sola entre personas que tienen algún motivo para estar serias o afligidas, ni incurre jamás en la falta de reírse antes que los otros, de lo mismo que ella dice.
*** Pregunta. Cuando elogian a una señora sus bellas cualidades, ¿en qué pondrá cuidado?
Respuesta. No perderá de vista que los elogios pueden fascinar su razón, y que antes que sacar partido de sus prendas recomendables, debe procurar corregir los defectos que le indique tal vez la modestia.
*** Pregunta. Y en punto a diversiones ¿qué dicta el decoro a una señora?
Respuesta. Que debe usar con moderacion de las que le permite la sociedad, y que si no quiere exponer su reputación y el reposo de su vida, no debe abandonarse jamás a los placeres del corazón.
*** Pregunta. ¿Qué opinión se formarán los hombres de la mujer que se la ve continuamente en el balcón y por las calles y paseos?
Respuesta. La mujer que pasa la mayor parte del día en el balcón o que sale mucho de su casa, ni puede atender a sus quehaceres domésticos, ni es posible que sea mirada como el ángel tutelar de la familia; jamás le será dado hacer la felicidad de los que la rodeen.
*** Pregunta. ¿Bajo qué punto de vista debe mirar una mujer sus buenas cualidades físicas?
Respuesta. Lejos de aplaudirse de las ventajas que le conceda su hermosura, temerá más bien los peligros a que la expone; mirará la belleza como un don del cielo que puede ser la base de su fortuna o el origen de su más terrible desgracia.
*** Pregunta. ¿Qué medio tendrá pues una mujer para juzgar con exactitud de sí misma?
Respuesta. No juzgará de sí por lo que le digan, sino por lo que le dicte su modestia; considerará que los elogios que le prodigan los hombres pueden ser más bien un esfuerzo de la seducción que una expresión de la veracidad; y procurará no hacerse objeto de la burla pública, dejándose persuadir de lo que la halaga.
*** Pregunta. ¿Deberá tenerse buena opinión de la mujer que conociendo que se la obsequia para manchar su honor, persiste sin embargo en recibir los obsequios que la conducen al precipicio?
Respuesta. La mujer que no huye de los halagos que ella misma conoce que la van a perder, no será digna de lástima cuando toque los tristes efectos de su obstinada ceguedad.
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