
La etiqueta en la mesa (Fragmento de «La cocina Completa», de M. Mestayer de Echagüe, Marquesa de Parabere).
La señora penetrará la primera en el comedor y se dirigirá a su puesto, permaneciendo en pie.
Convivencia Social. Formación Familiar y Social. Tercer curso.
A la hora señalada para servir la comida (o el almuerzo) el criado, abriendo la puerta de la sala de par en par, pronunciará la frase de rigor: La señora está servida.
La señora se habrá arreglado para retener a su lado a los dos caballeros de mayor categoría y, conversando con ellos, se dirigirá con naturalidad al comedor, seguida por los demás invitados, sencillamente agrupados, ya que no se estila, como antaño, el ofrecer el brazo a las damas.
Como decimos, la señora penetrará la primera en el comedor y se dirigirá a su puesto, permaneciendo en pie, mientras los demás comensales se dirigirán a sus respectivos puestos, quedando igualmente de pie ante ellos.
El puesto de cada cual estará indicado en una cartulina colocada en cada respectivo plato, y en la que irán escritos los nombres y apellidos o el título, si lo tuviera, del comensal.
Todos los invitados ya ante sus respectivos puestos, la dueña de la casa se sentará la primera, haciéndolo acto seguido los demás, siendo el último en sentarse el dueño de la casa.
Los señores que indican se sentarán en el centro de la mesa, uno enfrente del otro, y los puestos que llamaremos de honor son los correspondientes más próximos de ellos, siendo el de la derecha de ambos el primero, siguiendo el de la izquierda en categoría; por tanto, se colocará a la derecha del señor la dama más conspicua; luego vienen los del lado izquierdo, reservados para la dama y caballero que sigan en categoría. Los más alejados y las puntas de la mesa se reservan para la gente joven.
Los invitados se colocarán alternando un caballero y una dama, y se tendrá sumo cuidado para aparejarlos, no colocando nunca hermanos juntos, ni menos aún a los esposos.
Los esposos se colocan juntos, en el centro de la mesa, en la comida de boda, pero sólo en ese único caso.
De la buena colocación de los invitados dependerá el éxito de una comida, pues por selectos que sean sus manjares, si no son gratos los vecinos, no se saborearán a gusto. La buena ama de casa ha de saber seleccionar sus invitados, buscando entre ellos afinidad de gustos, simpatía y nivel social.
La dueña de la casa, que ha sido la primera en sentarse, será también la primera en levantarse de la mesa, ya que nadie puede hacerlo antes que ella.
El criado servirá como sigue: empezará por la dama colocada a la derecha del dueño de la casa, luego servirá a la de la izquierda y seguidamente a todas las señoras, siendo la última en servirse la señora de la casa. Servida ésta, empezará por el caballero sentado a su derecha, luego servirá al caballero colocado a su izquierda y a todos los demás señores, terminando con el dueño de la casa.
Si sirven dos criados, uno servirá a las señoras y otro a los señores por el mismo orden antes indicado, con la salvedad que el sirviente encargado de servir a los caballeros servirá antes a la dueña de la casa, siguiendo con el caballero colocado a la derecha de ésta.
Durante la comida los señores de la casa no harán comentarios ni exaltarán las excelencias de los manjares que ofrecen, salvo en contadas ocasiones, tal como tratándose de algún plato exótico o puesto ex-profeso por ser del gusto particular de alguno de los invitados que se quiere obsequiar, pero siempre con mesura y discreción, ni se hará presión para que se sirvan más o repitan, dejando a cada cual en perfecta libertad para servirse y comer lo que más les convenga.
Esto referente a los que invitan, pues los invitados pueden y deben alabar siempre con mesura, pero expresivamente la satisfacción que les causa la bondad de los manjares que se les ofrecen aún cuando fueran detestables, así como lo agradecidos que quedan a tantas atenciones.
Nota. Si los hijos o yernos de la casa son comensales, éstos se servirán los últimos después del señor.
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