
Hablar con respeto y educación.
Al dirigirnos a una persona de respeto o con la cual no tenemos mucha familiaridad, en vez del ponombre "yo" se dice un "servidor de Vd."
Hablar con respeto y educación.
Al dirigirnos a una persona de respeto o con la cual no tenemos mucha familiaridad, en vez del ponombre "yo" se dice un "servidor de Vd."; y si nos hiciese alguna pregunta jamás contestaremos a secas: "sí" o "no", pues estas expresiones han de ir acompañadas de "señor" o "señora", añadiendo al mismo tiempo el título cuando la etiqueta se lo concede por su rango.
La persona con quien hablamos ha de ponerse en primer lugar cuando la nombremos, y nosotros en el último; así diremos: "cuando Vd. y yo volvamos a tal puesto", etc. Debemos ser muy parcos en hablar de nosotros mismos y de nuestras familias, y siempre lo haremos con mucha modestia. En este último caso evitaremos el decir: "mi señor padre, mi señora tía"; pero ese dictado de "señor" o "señora" deberá añadirlo un tercero que pregunte por la salud de éstos.
En la conversación debe huirse la repetición de estas expresiones: "Está Vd.?", "Suponga Vd.", "Digo bien?", "Si Vd. quiere", y otras frases superfinas y empalagosas hijas de un mal hábito.
En la relación de un hecho tampoco han de usarse con frecuencia los verbos "dice", "dijo", "pues señor", "ya se ve", "como iba diciendo", "amigo de mi alma", etc. La narración tiene de ser breve para no molestar quizás a los que nos escuchan, y hemos de abstenernos de soltar dichos que nos parezcan, agudos, porque sobre esto el amor propio suele engañarnos con harta frecuencia.
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