
El protocolo del "sí, quiero"
Los cónyuges prometen cuidarse el uno al otro y guardarse fidelidad delante de sus familiares y amigos

foto base Eliezer002 - Pixabay
La ceremonia nupcial: el momento del "sí, quiero"
Toda ceremonia, tanto si es civil como si es religiosa, tiene un protocolo que los novios deben seguir para cumplimentar con éxito el desarrollo del enlace. En este reportaje explicaremos las partes que conforman una ceremonia religiosa católica, por ser ésta la más común entre los españoles. Es recomendable que la pareja que vaya a contraer matrimonio se reúna antes con el sacerdote para preguntarle todas sus dudas y acordar entre los tres la mejor manera de proceder con el protocolo y así evitar posibles confusiones durante el acto oficial.
El saludo del sacerdote, dando la bienvenida a los novios y a sus familiares y amigos inicia la ceremonia. Es frecuente que aproveche este momento para explicar en qué va a consistir el enlace así como para pedir a los presentes que mantengan una actitud respetuosa con la pareja que contraerá matrimonio. Tras la presentación, comienza la ceremonia con la liturgia de la palabra.
Es habitual que sean los novios quienes elijan la lectura que leerán algunos de sus familiares o personas más allegadas. Suele ser común escoger lecturas que hagan referencia al amor o a la vida en pareja como las cartas del apóstol San Pablo. Pero también se puede leer la lectura que corresponda a ese día. Tras ellas, el sacerdote lee el evangelio y explica su contenido en la homilía. Una vez llegado a este punto, da comienzo la celebración del matrimonio propiamente dicha. Lo primero es manifestar públicamente que la pareja acude de forma libre y sin presión de ningún tipo al enlace.
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Lo votos en la ceremonia nupcial
Una vez confirmado, la pareja puede elegir entre dos opciones para sellar de manera pública su compromiso. La primera es respondiendo al sacerdote que preguntará a cada uno de los novios si quieren recibir como legítimo esposo o esposa a su pareja y promete "¿serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza; y así amarla y respetarla todo los días de su vida?". A lo que sólo queda contestar: " sí, quiero ". La otra forma, más personal, es que sean los propios novios quienes escriban y pronuncien sus propios votos.
La fórmula más común que se utiliza es la siguiente:
"Yo, (nombre del novio o de la novia) te quiero a ti como legítimo (esposa o esposo) y me entrego a ti. Prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida".
Ambos cónyuges deberán repetir esta frase. Una vez hecho público el compromiso, es el momento de los anillos y la entrega de las arras. Suele ser primero el novio quien le pone el anillo a la novia mientras pronuncia:
"recibe esta alianza en señal de mi amor y fidelidad a ti".
A continuación, la novia repite el mismo gesto y las mismas palabras.
En cuanto a las arras , el sacerdote las toma de la bandeja y las pone en manos de los novios que al entregárselas mutuamente recitan: "Recibe estas arras como prenda de la bendición de Dios y signo de los bienes que vamos a compartir".
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Llegados a este punto, es el momento de la bendición al matrimonio que acaba de oficiarse por parte del sacerdote para que tengan una larga y feliz vida en común. De tratarse de una boda sin misa se acabaría en este momento, una vez que los contrayentes firmen el acta matrimonial. Si los novios han optado por realizarla dentro de la eucaristía, ésta continuará con la oración de los fieles en la que se pedirá por la pareja, familiares difuntos y por la iglesia, las ofrendas y la comunión.
Terminada la ceremonia es el momento de recibir las felicitaciones de los invitados y de abandonar el templo. Es tradición en España lanzar arroz a los novios a la salida de la iglesia, una costumbre que en los últimos años ha ido cayendo en desuso.
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