
Armonía, tras una pelea de protocolo.
El sol brillaba sobre el cementerio de Colleville, donde descansan los restos de los caídos estadounidenses.
Barack Obama y Nicolás Sarkozy están de pie, uno junto al otro, enfundados en trajes oscuros. Las dos "first ladies" caminan vestidas de blanco sobre la alfombra roja. Michelle Obama y Carla Bruni lucen vestidos hasta la rodilla, con cinturón y zapatos de tacón alto. Perfectamente sincronizados fueron también los besos en la mejilla ante el edificio de la prefectura. Hasta el más mínimo detalle encajaba armónicamente entre las dos parejas durante su encuentro en Normandía.
El príncipe Carlos de Inglaterra, el premier británico Gordon Brown y los demás invitados tuvieron que conformarse con papeles secundarios en este 65 aniversario del desembarco de Normandía, que tuvo lugar el 6 de junio de 1944.
El sol brillaba sobre el cementerio de Colleville, donde descansan los restos de los caídos estadounidenses, y el viento ondeaba las banderitas francesas colocadas sobre todas las tumbas. Obama y Sarkozy podían sentirse satisfechos, pues hasta el último momento una grotesca disputa protocolaria amenazaba con restar dignidad al homenaje a los estadounidenses que dieron su vida por liberar Francia del yugo nazi.
"El príncipe Carlos de Inglaterra, el premier británico Gordon Brown y los demás invitados tuvieron que conformarse con papeles secundarios"
El jueves todavía no estaba fijado el programa, e incluso la lista de participantes no se cerró hasta casi el último momento. Como si la fecha se hubiera producido por sorpresa. Sarkozy tenía previsto celebrar la efeméride únicamente con Obama en la víspera de las elecciones europeas. Dos presidentes unidos en un terreno histórico: "El símbolo era demasiado bonito para compartirlo", señaló "L'Express".
Pero Sarkozy no había contado con Gordon Brown. Y el vapuleado premier birtánico puso toda la carne en el asador para salir en la foto. El presidente francés ya se lo había confirmado en marzo, eufórico, pero sin informar a la organización. Y tras el "ok" a Brown, los canadienses, pero también los checos y polacos pidieron posar ante la cámara. Mientras, la reina Isabel II se quedaba "sorprendida". Sarkozy se había olvidado de la jefa de Estado de los británicos y canadienses, que también dieron su vida el "Día D". Además, "the Queen" conoció personalmente a los grandes de entonces, Winston Churchill y Charles de Gaulle- e incluso prestó sus servicios aquel día: como aprendiz de conductora.
También Obama quiso en un principio una ceremonia franco- estadounidenses, como hicieron todos sus predecesores en su primer año de legislatura. Pero al final, puso buena cara y, como anfitrión -el cementerio es suelo estadounidense- aceptó que Sarkozy invitara a más personas. Así, Brown pudo viajar con el príncipe heredero y salvar el honor de la corona británica. Y los canadienses también tuvieron un hueco. Después de todo, la jornada transcurrió a la perfección. Sólo Brown parecía algo tenso entre los demás. Visiblemente incómodo cantó el himno nacional británico con la boca entrecerrada, al contrario que Obama, que se llevó la mano al pecho mientras entonaba el himno estadounidense.
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