
Del aseo. Del aseo en general
Nada hay que comunique mayor grado de belleza y elegancia a cuanto nos concierne, que el aseo y la limpieza
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Normas de aseo en general necesarias para mantener un buen aspecto personal
Manual de Buenas Costumbres y Modales de Carreño. Urbanidad y Buenas Maneras
Manuel Antonio Carreño indica que mantener una buena higiene personal es fundamental para nuestra salud. También es esencial para mantener un buen aspecto físico y presentarnos en sociedad con una buena imagen.
Seguir unas normas de aseo son indispensables para mantener una buena imagen personal. Sabemos que mostrar una buena imagen personal aumenta nuestra autoestima y mejora la confianza en nosotros mismos. Esta mejora personal nos hace movernos en sociedad con mucha mayor seguridad.
1. El aseo es una gran base de estimación social, porque comunica a todo nuestro exterior un atractivo irresistible, y porque anuncia en nosotros una multitud de buenas cualidades de que la pulcritud es un signo casi siempre infalible.
2. El aseo contribuye poderosamente a la conservación de la salud, porque mantiene siempre en estado de pureza el aire que respiramos, y porque despojamos nuestro cutis de toda parte extraña que embarace la transpiración, favorece la evaporación de los malos humores, causa y fomento de un gran número de nuestras enfermedades.
3. Nada hay, por otra parte, que comunique mayor grado de belleza y elegancia a cuanto nos concierne, que el aseo y la limpieza Nuestras personas, nuestros vestidos, nuestra habitación y todos nuestros actos, se hacen siempre agradables a los que nos rodean, y nos atraen su estimación y aun su cariño, cuando todo lo encuentra presidido por ese espíritu de pulcritud que la misma naturaleza ha querido imprimir en nuestras costumbres, para ahorrarnos sensaciones ingratas y proporcionarnos goces y placeres.
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4. Los hábitos del aseo revelan además hábitos de orden, de exactitud y de método en los demás actos de la vida; porque no puede suponerse que se practiquen diariamente las operaciones que son indispensables para llenar todas las condiciones del aseo, las cuales requieren cierto orden y método y una juiciosa economía de tiempo, sin que exista una disposición constante a proceder de la misma manera en todo lo demás.
5. Los deberes que nos impone el aseo, no se limitan a nuestras personas y a lo que tiene relación con nosotros mismos, sino que se extienden a aquellos de nuestros actos que afectan o pueden afectar a los demás; pues sería muy descarado el excitar de algún modo el desaseo de los que nos rodean, no solo con nuestras acciones, sino también con nuestras palabras.
6. De la misma manera, sería una indignidad imperdonable, y además un hecho impropio de la honradez que debe reinar en todos nuestros actos, y contrario a la caridad y a la benevolencia, el poner poco esmero y cuidado en el aseo de lo que otra persona ha de tomar en sus manos o llevar a sus labios, cuando se halla ausente y debe, por lo tanto, suponerse confiado en nuestra buena fe y en la delicadeza de nuestra conciencia.
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