
Cuestiones sobre la urbanidad. I
La urbanidad y la civilidad para los jóvenes en unas simples cuestiones.
Cuestiones sobre la urbanidad.
¿Puede prometerse un opulento merecer el aprecio y consideración de sus semejantes por sus meras riquezas materiales?
¿Qué prendas hacen brillar al hombre en la culta sociedad?
¿Cuáles son las cualidades que sirven de base a la buena crianza, y cuáles son los vicios que se oponen a ella?
¿Qué medio es el más fijo para granjearnos la estimación ajena?
Para conducirnos bien en la sociedad, ¿qué extremos harto comunes deberemos huir?
La excesiva llaneza y la etiqueta refinada ¿son conformes con la urbanidad?
¿Qué exige la cortesía con respecto al lenguaje y a los modales?
¿A qué circunstancias tienen de acomodarse las palabras y acciones?
¿A qué personas cederemos la preferencia según su calidad, edad y sexo?
¿Tolera la urbanidad la exageración y el artificio en los modales y expresiones?
Cuestiones sobre la urbanidad
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Entre los siglos XVI y XVII se introdujo en Francia la costumbre de acumular muchos manjares en un mismo plato de modo que viniesen a formar una pirámide.
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Si nos acompañan varias personas, después de saludar presentaremos a los acompañantes, nombrándolos por su nombre o título.
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Generalmente son los abuelos o los padrinos de boda de los padres los que sirven de padrino y de madrina al recién nacido
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Cómo se ha de conformar el niño con las circunstancias de lugar, tiempo y personas.
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Al saludar a alguien hay que tomar el sombrero con la mano derecha, quitarle enteramente de encima de la cabeza y, de modo que sea cortés, extender el brazo hasta abajo
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La voluntad y los puntos básicos para el cuidado del alma.
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De la urbanidad en las maneras de los niños.
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La impresión que produzca en ellos su conducta y sus bellos sentimientos, le harán incomparablemente más honor que el triunfo de sus atractivos.
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Las diversiones son ejercicios a los que se puede dedicar algún tiempo durante el día, para descargar la mente de las ocupaciones serias
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La alegría moderada en las conversaciones pasa fácilmente de uno a otro ánimo y es acogida con favor por todos.
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Aunque pudiera extenderme mucho más en cada uno de los artículos de que os he hablado, de moral, virtud y urbanidad, contemplo que os he dicho lo bastante, para que seáis buenos, virtuosos y corteses.
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La dignidad en los modales son la prueba de la buena crianza, porque tanto se falta a ella por carta de más, como por carta de menos.