Actos que molestan a los demás. VIII.
La desmedida idea de sí mismo mezclada al desprecio de los otros, constituye el orgullo.

Actos que molestan la memoria, los deseos y el amor propio de los demás.
Hay personas cuya impertinencia consiste más bien en actos negativos que en positivos y reales. No contestar a las preguntas, no tomar parte en los gustos ajenos, afectar la distracción del desprecio, remover la cabeza con aire misterioso y significativo, una cortesanía que hiela, cierta sonrisa sardónica, un silencio forzado, una fisonomía que indica lástima; este complejo de acciones tiende a darte a conocer tu insignificancia y el altísimo y sublime mérito de sí mismo.
La desmedida idea de sí mismo mezclada al desprecio de los otros, constituye el orgullo. Cuando el Kan de los tártaros que no posee una casa y no vive sino de robos ha concluido de comer, hace pregonar por un heraldo que todos los potentados, príncipes y grandes de la tierra pueden ya sentarse a la mesa.
Tales eran en otros siglos los sentimientos de una clase social que a falta de méritos personales se refugiaba a la sombra de sus árboles genealógicos, y se levantaba tanto idealmente sobre las otras clases a las cuales despreciaba, que se creía libre hasta de los males físicos a que la humanidad está sujeta. Un antiguo noble de Provenza, relatando los desastres causados por la peste en Marsella, decía que era una enfermedad tan impruderite y desvergonzada, que ni aun el hombre de calidad tenia segura la vida. La filosofía, no hallando motivos de estimación en solo el nacimiento, y defendiendo los derechos del mérito personal, ha cerrado la fuente de odiosas prerrogativas que diariamente amargaban la existencia de las clases ínfimas y medias, y las envilecían.
Desacreditando las limosnas manuales y extendiendo el imperio de la industria ha logrado que las clases pobres adquieran a título de trabajo lo que adquirían a título de socorro, lo cual por un lado ha disminuido la degradación civil, y por otro el envilecimiento popular.
-
9143

Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Debemos tener siempre la cara y las manos limpias.
-
Si a la locuacidad se une el egoísmo, esto es, si siempre hablamos de nosotros mismos, de nuestros gustos, de nuestras cosas, y de cuanto nos pertenece, es positivo que fastidiaremos de una manera insoportable a cuantos nos oigan.
-
Es totalmente contrario a la cortesía pedir de beber el primero, a menos que sea uno el más importante de los comensales.
-
En el besamanos, grandes, nobles, oficiales de la Casa Real, del gobierno y de las Cortes, del ejército y la armada, alto clero, y "caballeros de gran renombre", titulares y grandes, damas y las esposas de los oficiales superiores...
-
El que está dominado por los hábitos de la pulcritud y buena crianza se hace al mismo tiempo más sobrio, más arreglado, más pronto a cumplir con sus deberes.
-
Es tan natural en el hombre la tendencia a ensalzarse a sí mismo y a deprimir a los otros, que casi sin notarlo y sin ánimo resuelto de ofender mortificamos el amor propio de los demás.
-
¿Hasta dónde llega la obligación de regalar, en las personas que no están comprendidas entre los padres o hermanos de ambos contrayentes?
-
La avaricia se echa de ver, por donde quiera, pareciéndose al amor y a los celos.
-
Se debe evitar cuidadosamente, tanto como sea posible, poner la mano desnuda sobre las partes del cuerpo que no están ordinariamente descubiertas y, si es necesario tocarlas, es preciso que se haga con precaución
-
En llegando a la escuela, hará cuenta, que entra en la casa de la persona más respetable, por consiguiente, tendrá el debido respeto a este lugar y al maestro.
-
Debemos abstenernos de hacer comparaciones, en especial si recaen en dos o más individuos de una misma reunión.
-
Por más duros y poco armoniosos que sean los versos que recite, flojos o aprosados, no importa; escuchad con atención, y no os durmáis porque sería la mayor grosería.


