Compartir confidencias. Etiqueta en los aviones (con vídeo)
Los viajes en avión, sobre todo cuando son muy largos, pueden dar lugar a tomarnos algunas confianzas de más con otros pasajeros
¡No me cuente sus intimidades!
Una cosa es entablar una conversación amena y agradable con alguno de los pasajeros que están a nuestro lado y otra es hacerle confidente de secretos e intimidades que no vienen al caso. Es posible que al bajar del avión nos arrepintamos de haber contado alguna de esas intimidades.
Demasiado parlanchín
No hay que ser un pesado y "obligar" a la otra persona a escucharnos aunque no tenga ganas de hacerlo. La verborrea incontrolada no es una buena compañera de viaje.
Las personas que se sientan al lado de una persona que sufre esta 'enfermedad' del 'verbo fácil' deben tener un poco de paciencia. Soportar a una persona así no es nada fácil de llevar. Llegado el caso, se puede, de forma educada, indicar que deseamos dormir, leer o hacer cualquier otra actividad. Esto debería ser suficiente para 'silenciar' a esa molesto parlanchín.
No hay que entrar nunca en discusiones. Si llegado el caso, con la buena educación no logramos nada, podemos avisar a la azafata o el sobrecargo para ver si nos puede cambiar de asiento a nosotros o a la persona que nos tiene 'aburridos'.
No, por favor, no me cuentes tu vida
Si comenzamos una conversación debemos evitar contar confidencias, secretos e información íntima. Tampoco debemos aburrir a nadie contando nuestros problemas y haciéndole partícipe de nuestras preocupaciones. Nunca sabemos con quién estamos hablando.
Si nuestro compañero de asiento está durmiendo, leyendo, escuchando música, viendo una película o viendo la televisión en su teléfono, ordenador o tableta, lo mejor es abstenerse de molestar a esa persona.
La prudencia debe ser la regla más importante a tener en cuenta en un vuelo, porque el espacio es muy reducido y los roces pueden ser un poco más fáciles de producirse.
No compartir secretos e intimidades
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