Protocolo para recibir a Isabel II. Los estadounidenses se ponen al día. Cómo tratar a la Reina
Los estadounidenses han desempolvado los manuales de protocolo para no olvidar detalles como que los sombreros, poco populares a este lado del charco, no se deben utilizar tras caer la tarde
La visita de Isabel II desata una fiebre por el protocolo
La reina de Inglaterra visita la antigua colonia (la primera visita en dieciséis años de la Reina Isabel II a sus antiguas y rebeldes colonias) y los estadounidenses han desempolvado los manuales de protocolo para no olvidar detalles como que los sombreros, poco populares a este lado del charco, no se deben utilizar tras caer la tarde. La visita ha generado una sobredosis de ansiedad protocolaria; tanto que la oficina del gobernador de Virginia, el demócrata Tim Kaine, ha dedicado una página en internet para explicar los rudimentos de la etiqueta monárquica para estadounidenses, aunque recordando que no existen reglas de comportamiento obligatorias.
Entre estos consejos se aborda la cuestión de cómo hacer reverencias «voluntarias» y se explica la regla de ponerse de pie cuando aparece la Reina y que el tratamiento adecuado es «Su Majestad» y «Señora». Mientras que al Duque de Edimburgo le corresponde «Su Alteza» y «Señor». También se recuerda que «por lo menos en Gran Bretaña», cuando la Reina termina de comer, los invitados hacen lo mismo. Y se solicita un mínimo de buen gusto a la hora de vestir, nada de camisetas horteras, pero con la matización de que «miembros de la Familia Real no desean que nadie incurra en gastos innecesarios adquiriendo ropas, sombreros o guantes».
La lista protocolaria recuerda a unos estadounidenses poco amigos de las formalidades que, al menos en Gran Bretaña, cuando la reina deja de comer durante un ágape, el resto también debe hacerlo.
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Además, cuando Isabel II entra en una habitación todo el mundo se pone en pie, aunque, en contra de lo que pueda parecer, las reverencias son prescindibles y "es aceptable", llegado el caso, el socorrido apretón de manos.
Los que todavía alberguen dudas sobre cómo proceder en caso de toparse con la realeza pueden llamar a una "línea caliente" habilitada para la ocasión. Por favor, por favor, nada de utilizar abreviaturas cariñosas como "Liz", ni abrazos efusivos o intentar falsos acentos británicos. Una tentación habitual entre estadounidenses.
Ese esfuerzo informativo podría permitir que no se repita el aprieto que pasó el presidente Ronald Reagan (1981-1989) cuando en la Casa Blanca sirvieron una taza de té al príncipe de Gales, durante una visita oficial, al estilo americano, y dejaron la bolsita dentro del recipiente.
Paul Burell, el indiscreto mayordomo de Lady Diana, ha confirmado al Courier-Journal de Kentucky que está permitido estrechar la mano de la Reina, pero sin incurrir en exuberantes apretones o peroratas monopolizantes. Mientras que Selwa Roosevelt, ex jefa de protocolo del Departamento de Estado, ha sentenciado al Washington Times que «el secreto es muy simple cuando uno se encuentra con la realeza: las buenas maneras de toda la vida».
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