
Mi perro es muy amigable, pero no todo el mundo piensa lo mismo. Pasear al perro con la correa puesta (con video)
Pasear a un perro con la correa: un acto de responsabilidad porque nunca se sabe como puede reaccionar el perro ante una situación imprevista
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¿Por qué tu perro debe ir con correa? Más allá del cariño, está el respeto por los demás
Caminas por el parque, disfrutando del sol y el aire fresco, cuando de pronto un perro viene corriendo hacia ti sin correa. Tal vez sonríes porque te gustan los animales, o tal vez das un paso atrás, con el corazón acelerado, porque sientes miedo. Esta escena, es tan cotidiana como evitable. Resume de forma muy clara por qué hay que llevar a tu perro con la correa. No es solo una norma legal, sino un gesto de consideración y prudencia hacia los demás.
Amamos a nuestras mascotas, pero no todo el mundo tiene que experimentar el mismo amor. Para muchos, son una miembro más de la familia: nos esperan con entusiasmo, nos acompañan en silencio cuando estamos tristes y hasta parecen entender nuestros estados de ánimo. Pero, por mucho que los veamos como fieles compañeros de fatigas, no debemos olvidar que siguen siendo animales con instintos propios. Y eso, lejos de ser algo negativo, nos obliga a actuar con cierta responsabilidad.
La correa una cuestión legal y de buena convivencia
Imagina esta situación: estás paseando con tu hijo pequeño, que apenas camina, y de repente aparece un perro grande, juguetón, ladrando y moviendo la cola. Aunque el dueño grite “¡tranquilo, es inofensivo!”, el niño podría asustarse, llorar o incluso caerse. ¿Fue mala intención del perro? Probablemente no. ¿Fue falta de previsión del dueño? Sí.
La correa no es una prisión. Es una herramienta que nos permite compartir el espacio público de forma segura y respetuosa. Protege a tu perro de correr tras un coche, de pelearse con otro animal o de perderse. Y, al mismo tiempo, protege a los demás de situaciones incómodas, temidas o incluso peligrosas en los casos más graves.
No todo el mundo aman a los perros y es algo muy normal
No todo el mundo se siente cómodo compartiendo espacio con los perros. Algunas personas tienen miedo, incluso fobias, otras han tenido malas experiencias, y otras simplemente prefieren mantener su distancia con estos animales. Eso no las hace "antipáticas" ni "frías". Solo tienen derecho a caminar por la calle o sentarse tranquilamente en un banco del parque sin sentirse amenazadas e incluso invadidas por la compañía de un perro que le huele o le ladra.
Pensar que "mi perro es amigable" no basta. La amabilidad de un perro no siempre es predecible. Un ruido fuerte, un ciclista que pasa rápido, un gato que cruza el camino... cualquier estímulo, sobre todo si es nuevo para el perro, puede hacer que incluso el más tranquilo de los animales reaccione de forma inesperada. Y en esos segundos, la correa marca la diferencia entre un susto y un accidente. Cuántos incidentes con perros se habría evitado si el perro hubiera ido con su correa.
Pero, entonces, ¿cuándo sí puede ir un perro suelto?
Claro que hay momentos en los que tu perro puede correr libremente: en parques caninos cercados, en zonas específicas señalizadas para perros sin correa, o en espacios privados donde tú controlas su entorno, como en tu jardón o tu finca. Pero en aceras, plazas públicas, calles o zonas residenciales, la norma general, y la más sensata, es mantenerlo con la correa puesta.
Además, en la mayoría de ciudades y municipios, esto no es solo una recomendación: es una obligación legal. Incumplirla puede acarrear multas, y en casos extremos, responsabilidades mayores si ocurre un incidente.
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Ser un dueño responsable también tiene sus obligaciones
Llevar a tu perro con la correa, recoger sus desechos, no permitir que ladre sin control en zonas comunes o que entre en lugares donde no está permitido, etcétera. Todo esto forma parte de lo que hoy entendemos como ser “un buen vecino con mascota”. No se trata de limitar la libertad de tu perro, sino de equilibrarla con la de las personas que comparten ese espacio público.
Al final del día, un paseo con la correa puesta no le quita ninguna alegría a tu mascota. Al contrario: le da la oportunidad de explorar un "mundo" más o menos conocido contigo, sin poner en riesgo a nadie, ni tan siquiera a él. Dicen que la curiosidad mató al gato, pero los perros también son curiosos. Y eso, más que una regla, es una forma de demostrar que cuidas no solo de tu perro, sino también de tu comunidad.
Así que, recuerda, que la próxima vez que salgas a pasear con tu perro, esa correa sujeta en tu mano no es un símbolo de control, sino de respeto y prudencia. Y en tiempos en los que todos buscamos convivir mejor, ese pequeño gesto dice mucho de ti.
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