Educación y buenos modales Página 101
Los buenos modales y la buena educación son formas de comportamiento que hacen referencia a las relaciones y trato con otras personas
Educación y buenos modales suelen ir de la mano. El comportamiento correcto de las personas hace que la convivencia se más cordial, amable y agradable
Todos los artículos de Educación y buenos modales
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En el coche sube siempre la persona de más respeto; pero si tiene una sola puerta, se subirá de modo que a nadie se moleste.
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Algunos, dándose cuenta de su responsabilidad, cuando están en conversaciones más que frívolas, al acercarse los pequeños llaman la atención: "Cuidado, que hay ropa tendida".
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De tú llama el hijo o hija de la moderna sociedad a sus padres y mayores; para disculpar su atrevimiento, alega que el tú revela mayor afecto.
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Sección de buenas maneras del programa la Atalaya. Responde Alicia Romay.
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Es de mala impresión ver a uno con mucha barba, excepto a los que se la arreglan bien y a menudo.
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El lanzamiento de un nuevo manual de buenas costumbres nos lleva a repasar algunas de las cuestiones sobre comportamiento en sociedad.
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Ninguna persona debiera desatender frívolamente la conducta que impone una buena educación, porque ésta es una importantísima faceta de la vida.
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En la actualidad se ha difundido un equívoco que identifica la naturalidad y la autenticidad con el desprecio de las formas sociales.
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Experta en protocolo. Hija del político Antonio de Senillosa, experta y profesora de protocolo, Bárbara se ha convertido en un rostro conocido gracias a la televisión. Participa en Valencia en "Secretos de boda", un encuentro organizado en el hotel
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El trato frecuente con mujeres de edad es el que inspira aquella urbanidad, aquella elegancia de modales, tono y dulzura.
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La salutación es la piedra de toque del buen gusto. Hay mil maneras de saludar según las personas a quienes se saluda.
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Como el que entra en el mundo se sujeta a recibir las visitas que se hacen, una modestia elegante y de buen gusto, son deberes que impone la sociedad.
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Este día, llamado el más hermoso de la vida, tiene sus incomodidades y embarazos.
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Por enemigos que seáis de esta diversión, la urbanidad exige que alguna vez toméis parte; por ejemplo, no es dado el negaros a hacer la partida al amo de la casa.
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Llegados al término del viaje nada se deben los unos a los otros sino un saludo urbano, y algunos deseos lisonjeros.
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Solamente daremos algunos consejos sobre el modo de conducirse en el campo.
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El hombre honrado y amable lo es también en su casa; y entre su esposa y sus hijos es donde debe excederse su dulzura.
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Hay quien tiene costumbre de tutear a sus criados, y no aprobamos semejante costumbre.
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Hay visitas que son necesariamente cortas, como las que se hacen en las tres épocas señaladas de la vida: visitas de bautismo, de boda y de duelo.
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Los ingleses no perdonan al hombre que les hace aguardar; menosprecian al que no va al sitio acordado al punto fijado desde la víspera.
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Al entrar en la sala de baile, no se debe abandonar a las señoras para pasar a la pieza de juego.
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Por más duros y poco armoniosos que sean los versos que recite, flojos o aprosados, no importa; escuchad con atención, y no os durmáis porque sería la mayor grosería.
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En las casas de un hombre de elevada clase, es donde fácilmente se conocen los caracteres e inclinaciones de aquellos que las frecuentan.
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Por lo regular, en la casa de un artista se exige más franqueza, y ninguna reserva diplomática.
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Un hombre, pues, que recibe en su casa a otro, debe tener cuidado de que todo el mundo esté cómodamente, y nada encuentre en qué reparar, ni en su conducta ni en sus costumbres.
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Si pasa la noche con iguales, se porta con aquella urbanidad habitual que jamás debe abandonarle.