
Enseñar a los niños con buenos ejemplos y mejores modales. Es importante darles a los niños una buena educación
Educar en la cortesía y el respeto es importante para tener una infancia feliz y un futuro prometedor
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Las habilidades sociales y los buenos modales en familia
Ser padres significa enfrentarse a una serie de desafíos que van más allá de garantizarles su cuidado, seguridad y salud. Uno de los aspectos más importantes de la educación es tratar de inculcarles algunas de las principales reglas de buenos modales a los niños desde que son pequeños. Este propósito no solo es esencial para la convivencia armoniosa en la sociedad, sino que también juega un papel fundamental en el desarrollo de las relaciones de los niños, tanto con su familia como con el mundo exterior al que deberán enfrentarse tanto en su etapa formativa -escuela, colegio, universidad, etcétera- como en su etapa social, profesional y laboral. Los padres somos responsables de fomentar el camino hacia la empatía y el respeto por los demás en las futuras generaciones que son la esperanza para tener un mundo mejor, o al menos igual, pero no peor.
Educar poniendo un marcado énfasis en los buenos modales no radica en imponer reglas estrictas sobre los sentimientos de nuestros hijos. Sabemos que cada niño tiene y expresa sus propios sentimientos y emociones de una manera distinta. Los padres debemos respetar esos sentimientos, entendiendo que son parte de la individualidad de cada niño. Lo que sí podemos y debemos hacer es establecer reglas y normas claras en la forma de tratar y relacionarse con los otros miembros de la familia. Poco a poco, también les iremos enseñando esas mismas reglas para relacionarse con los demás. Lo que se conoce popularmente como socialización. Relacionarse con personas de su entorno que no son sus familiares.
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Las reglas de etiqueta y buenos modales no tratan de adiestrar ni dictar cómo deben sentirse nuestros hijos, sino de cómo deben comportarse. Una regla que todos los padres deberíamos enseñar a nuestros hijos es el evitar la violencia física. Nunca deben agredir a una persona, sin importar cuánto crea que lo merece. Es un enfoque que se centra en la conducta del niño, no en sus emociones internas. Todos sabemos lo que es sentirse frustrado o enojado en un momento de conflicto, pero esta regla de evitar la violencia física impide que esas emociones se conviertan en actos violentos. Este tipo de enseñanzas empiezan en casa, en el entorno familiar. Por ejemplo, evitando que los niños agredan, cuando están enfadados, a alguno de sus hermanos, o incluso, a cualquier otro familiar.
¿Por qué es importante insistir en enseñar reglas de etiqueta y buenos modales a los niños?
La respuesta está en la relación directa que existe entre el comportamiento y el control de las emociones. Los niños que tratan a sus hermanos, padres, abuelos u otros miembros de la familia con educación y cortesía tienen una mayor probabilidad de desarrollar sentimientos de verdadero afecto hacia esas personas y de convivir juntos con amabilidad y cordialidad. Es en esta simple premisa donde radica la gran importancia de enseñar buenos modales a los niños. A través de la conducta, los niños aprenden a gestionar sus emociones, organizar sus pensamientos y reflexionar sobre sus acciones y comportamiento.
Los buenos modales no solo son una cuestión superficial de etiqueta social, sino una herramienta esencial para la formación del carácter y las habilidades sociales de los niños. Al enseñarles a respetar a los demás, les estamos brindando una base sólida para construir relaciones significativas en su vida adulta.
Es importante tener en cuenta que cada familia tiene su propia dinámica y sus valores. Aunque existen una serie de valores o reglas comunes, hay diferencias culturales y familiares. Lo que para una familia puede considerarse un buen comportamiento, para otra puede no serlo. Sin embargo, hay un denominador común: el trato respetuoso hacia los demás.
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Educar a los niños haciéndoles ver la importancia de los buenos modales es una tarea fundamental para los padres. No se trata de controlar las emociones de los niños -aunque podemos enseñarles a manejarlas en distintos contextos-, sino de guiar su comportamiento hacia el respeto y la cortesía. Estas enseñanzas tienen un impacto positivo en las relaciones familiares, pero también sienta las bases para el desarrollo de sus habilidades emocionales y sociales que serán de gran utilidad en la vida adulta de los niños. Su futuro puede ser mucho más esperanzador y exitoso si hacemos que la convivencia con las personas que nos rodean, tanto en el ámbito familiar, como en el social o laboral, sea más cordial, amable y respetuosa.
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