Arreglado y productivo. ¿Influye la ropa en la productividad laboral?
Exceptuando la ropa laboral condicionada por un trabajo físico determinado o reglamentado... ¿es la ropa un condicionante de la productividad laboral?
¿Qué me pongo para ir a trabajar? Cada día la misma cuestión
Esa es la pregunta que se hacen millones de personas cada mañana. Salvo las que por su tipo de trabajo u obligaciones reglamentarias no tienen esa opción de elegir su vestuario laboral. En estos casos, está todo el pescado vendido. No hay opción.
Abrir el armario, echar un vistazo y decidir qué ponerse no es una tarea sencilla. Por eso, la mayoría de las personas optan por 'uniformarse' y vestir casi de forma idéntica cada mañana. Un traje o conjunto de chaqueta y pantalón, para ellos, y un vestido o traje de chaqueta para ellas. Pero con independencia del vestuario elegido de cada guardarropa ¿será más o menos productiva esa persona?
La imagen personal transmite, aunque no lo creamos, mucha información. Desde el estado de ánimo hasta la personalidad. Sin quererlo, cuando se eligen unas determinadas prendas, influye el estado de ánimo de la persona. Eso puede quedar reflejado en el color, en la hechura de las prendas elegidas, en su combinación, etcétera. Y todo esto, cómo se relaciona con la productividad. Ahora lo vamos a ver.
Empresa versus personas
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Las empresas tratan de 'comunicar' unos ciertos valores, una identidad e imagen corporativa, bien sea de una manera reglamentada o de una manera tácita. Es decir, dejan a sus empleados 'libertad para vestir como quieran', pero pueden recibir una 'amonestación' si la indumentaria se sale de lo que se considera como 'apropiado': calzado con los dedos al aire, escotes pronunciados, colores chillones o demasiado llamativos, complementos demasiado 'originales'... por no hablar de tatuajes demasiado visibles, piercings, etcétera. ¿Es posible que este tipo de 'vestuarios' afecten al rendimiento de los empleados de una empresa? Veamos.
Estas obligaciones, reglamentadas o no, ejercen sobre los empleados una presión que puede ser más o menos intensa. Incluso, algunos profesionales de la psicología afirman que es una forma de subordinación o 'subyugación'. ¿En qué traduce? Simple. Un empleado 'presionado' e incómodo con su vestuario va a ser mucho menos productivo. Estas 'imposiciones' ejercen sobre las personas una merma en su capacidad para concentrarse al 100% en su trabajo. Lo que puede llevar a cometer errores y a una pérdida de productividad.
Las prendas de vestir tienen una función simbólica importante. Pero también, hay que saber 'relajar' ciertas disciplinas que ejercen un efecto negativo sobre la productividad de una empresa. Unos empleados descontentos no son una buena fuerza productiva para cualquier tipo de empresa.
¿Cuál es la solución?
Como ocurre en la mayor parte de los casos, no todo es blanco ni negro. Hay muchos matices y tonos de grises. De hecho, cada vez hay más empresas que comienzan a hacer concesiones a sus empleados en el tema del vestuario para acudir a trabajar. Y no nos referimos al famoso 'casual friday' -viernes informal, donde se relajan las reglas de vestimenta de los empleados de una empresa-. Uno de los ejemplos más claros lo tenemos en Google. Sus directivos afirman que si se da libertad a los empleados, trabajan más y mejor. Y no solo en el campo del vestuario de trabajo.
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Buscar la individualidad a través del vestuario de una persona es mejor opción, en términos de productividad, que la uniformidad. Cuando la gente es más parecida a sí misma, a cómo es en su día a día, se sentirá mucho más cómoda y el trabajo será más fluido y preciso.
Resumiendo. Hay una clara relación entre el vestuario y la productividad. Solo hay que establecer un punto intermedio entre lo que se considera 'aceptado' y lo que se considera 'fuera de lugar'. Llegar a un acuerdo beneficia a las dos partes: empresario y trabajador. Ni rígidas imposiciones ni amplias concesiones. Hay que buscar un término medio.
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