
Obligaciones del hombre. De la memoria. De la voluntad.
La importancia de la memoria y la voluntad en las acciones diarias de una persona de bien.
De la memoria.
Pero no basta adquirir conocimientos si no se conservan en la memoria; y para retenerlos en ella mucho tiempo, son necesarias dos cosas; la primera es estudiarlos con atención, porque quedan tanto más bien impresos, cuanto más cuidado se ha puesto en ellos; la segunda es repetirlos con frecuencia, porque si no, se desvanecen en breve, y solo queda el disgusto de haberlos aprendido inútilmente.
De la voluntad.
La facultad que principalmente se necesita saber dirigir con acierto es la voluntad, para que no elija sino el verdadero bien, y evite todo lo que es verdadero mal.
La honradez y la justicia deben ser las que en primer lugar arreglen nuestra voluntad.
Debemos huir de todo lo que no sea conforme a la honradez, injusto, opuesto a las leyes divinas y humanas, o de cualquier modo contrario a nuestras obligaciones, y a los establecimientos y buenos usos, por más que la inclinación nos lleve a ello, o que podamos esperar cualquiera ventaja temporal.
"Por ninguna cosa del mundo debe hacerse una acción mala"
Por ninguna cosa del mundo debe hacerse una acción mala; y así, para no caer en error, es menester, antes de hacer elección y determinarse a alguna cosa, examinar cuidadosamente si es justa y conforme a la virtud y honradez, procurar instruirse a fondo cuando no se sabe con seguridad; y si queda alguna duda, suspender toda determinación.
La prudencia debe en segundo lugar entrar a arreglar nuestra voluntad. Antes de determinarnos a cualquiera cosa, es necesario examinar maduramente si conviene o no emprenderla; si de ella nos ha de resultar ventaja y honra, o podemos recelar perjuicio o deshonra; si es fácil o difícil su ejecución; si es oportuno hacerla desde luego, o diferirla a otro tiempo, y otras cosas a este tenor.
Para hacer con fundamento todas estas reflexiones es menester ante todas cosas tener pleno conocimiento del asunto de que se trata; y en caso que nos falte, informarnos bien, y tomar dictamen de otros; debiendo guardarnos siempre de emprender cosa alguna sin examinar bien primero lo que de ella nos puede resultar, teniendo presente el proverbio que dice, el que obrare sin pensar, después lo vendrá a llorar.
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