
Necesidad e importancia del deber.
No puede el hombre sustraerse a la idea del deber, ni dejar de sentir su imporlancia.

Necesidad e importancia del deber.
No puede el hombre sustraerse a la idea del deber, ni dejar de sentir su importancia. El deber está indisolublemente unido a nuestro ser; así nos lo dice la conciencia cuando apenas comenzamos a tener uso de razón; nos lo dice con más fuerza cuando la razón se desarrolla, y siempre va a la par aumentando con este desarrollo la fuerza de aquella voz. También nos lo dice cuanto hay fuera de nosotros; porque todo se rige por una ley armónica y eterna, todo tiene un destino encaminado a manifestar la sabiduría y a cumplir la voluntad de aquel Ser que es causa y fin de todas las cosas.
También el hombre tiene un destino y una naturaleza. Es preciso que sea lo que debe ser, o de lo contrario no es estimado de los otros, no es estimado de sí mismo, no es feliz. Su naturaleza es aspirar a la felicidad, y comprender que no puede alcanzarla sino siendo bueno, esto es, siendo lo que exige su bien de acuerdo con el bien ajeno, de acuerdo con el sistema del universo, con las miras de Dios.
Si engañados por la pasión llamamos bien nuestro a lo que se opone al bien ajeno o al orden, no por eso interiormente nos persuadimos; nos grita la conciencia que no. Y pasada la pasión, siempre causa horror cuanto se opone al bien ajeno y al orden.
Tan necesario es para nuestro bien el cumplimiento del deber, que aun los dolores y la muerte, que son al parecer nuestro más próximo daño, se cambian en placeres para el alma del hombre generoso que sufre y muere por servir al prójimo y por conformarse con los adorables designios del Omnipotente.
Ser, pues, el hombre lo que debe ser es a un mismo tiempo la definición del deber y la de la felicidad. La Religión expresa sublimemente esta verdad, diciendo que está el hombre formado a imagen de Dios. Su deber y su felicidad consisten en ser esa imagen, en no querer ser otra cosa, en querer ser bueno porque Dios es bueno y porque le ha señalado el destino de aspirar a todas las virtudes y hacerse uno con Él.
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