Reglas de urbanidad Página 25
La urbanidad es el buen comportamiento acorde con los buenos modales que demuestra buena educación y respeto hacia los demás
La urbanidad es un concepto asociado al comportamiento social más apegado a lo antiguo. Podemos afirmar que ha dejado de ser, en nuestros tiempos, un código riguroso e inamovible
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La buena educación tiene como principio, como base, un sentimiento de bondad que nos lleva a ser amables con las personas que nos rodean.
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Cómo y por qué debemos aceptar las incomodidades del colegio o de otro centro de enseñanza.
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Podemos decir que el orden es el sistema para colocar las cosas en el sitio que les corresponde.
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Dos consecuencias de la pereza: desorden y doble trabajo.
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Compita la atención del juicioso con la detención del recatado: gran juicio se requiere para medir el ajeno.
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Los sabios hablan con el entendimiento, y así su alabanza causa una inmortal satisfacción.
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El que sabe puede empeñarse y obrar de fantasía; pero saber poco y arriesgarse es voluntario precipicio.
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Hacen algunos empeño del desacierto, y porque comenzaron a errar, les parece que es constancia el proseguir.
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Has de procurar los medios humanos como si no hubiese divinos, y los divinos como si no hubiese humanos.
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Es gustosa la burla; sobrado saberla sufrir, es argumento de capacidad. Da pie el que se pica a que le repiquen.
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Todos los principios son informes, y queda después la imaginación de aquella deformidad: la memoria de haberlo visto imperfecto no lo deja lograr acabado.
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Hay tropiezos del decoro, tanto propio como ajeno, siempre a punto de necedad. Encuéntranse con gran facilidad y rompen con infelicidad.
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Estamos entre dos extremos, y así se participa de entrambos. Altérnanse las suertes: ni todo ha de ser felicidad, ni todo adversidad.
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Alzóse con el mundo la necedad, y si hay algo de sabiduría, es estulticia con la del cielo; pero el mayor necio es el que no se lo piensa y a todos los otros define.
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No necesitan algunos para hechizar de las yerbas de Tesalia, que con sólo el buen aire de una gorra encantan necios, digo desvanecidos.
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No hay cosa que requiera más tiento que la verdad, que es un sangrarse del corazón. Tanto es menester para saberla decir como para saberla callar.
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Los amigos grandes son para las grandes ocasiones. No se ha de emplear la confianza mucha en cosas pocas, que sería desperdicio de la gracia.
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El hombre más perfecto no se escapa de algunos, y se casa o se amanceba con ellos. Haylos en el ingenio, y mayores en el mayor, o se advierten más.
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Pensar anticipado: hoy para mañana, y aun para muchos días.
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Querer hablar y oírse no sale bien; y si hablarse a solas es locura, escucharse delante de otros será doblada.
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Su mayor lucimiento libra en los lances de la venganza: no se los quita, sino que se los mejora, convirtiéndola, cuando más vencedora, en una impensada generosidad.
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Muchas cosas que eran algo, dejándolas, fueron nada; y otras que eran nada, por haber hecho caso de ellas, fueron mucho.
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Todo amigo es bueno, y sabio para el amigo. Entre ellos todo sale bien.
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No dependen las perfecciones de un solo agrado: tantos son los gustos como los rostros, y tan varios.
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Padres de familia, enseñad primeramente a vuestros hijos las cosas necesarias, en seguida las útiles, y por último, las que sirven de adorno.
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Los antiguos tenían la costumbre de dedicar sus obras a aquellos amigos a cuyas instancias debían sus diversos ensayos.