Del modo de conducirnos en sociedad. De las visitas. De las dos diferentes formas de visitas
Hay visitas que se dan por cumplidas o pagadas con el simple gesto de dejar una tarjeta de visita
La visitas presenciales, en persona, y las visitas por tarjeta
¿Sabías que existen diferentes formas de hacer una visita según nos indica el manual de Carreño? Las visitas presenciales, en persona, son las más habituales y conocidas. Las visitas en persona nos permiten disfrutar de una conversación cara a cara y compartir buenos momentos en compañía de nuestro anfitrión. Sin embargo, también existen las visitas por tarjeta, que pueden ser una excelente manera de mantener el contacto con amigos y familiares a los que no podemos visitar en persona. Dejando una tarjeta de visita, podemos indicar un interés por seguir manteniendo un contacto con esa persona o familia. Una visita puede ser una buena manera de crear un vínculo duradero y significativo entre dos o más personas.
1. Las visitas pueden ser en persona o por tarjeta. Una visita en persona es aquella que hacemos presentándonos en la casa del que ha de recibirla, ya sea que lleguemos a verle, ya sea que le dejemos nuestra tarjeta, y una visita por tarjeta, la que hacemos limitándonos a enviar esta desde nuestra residencia.
2. No es libre en todos los casos hacer las visitas en una y otra forma; las reglas de la etiqueta ofrecen gran variedad en este punto, y, según vamos a verlo, hay visitas que debemos hacer siempre en persona, otras que generalmente se hacen por tarjeta, y otras, en fin, que pueden hacerse indiferentemente en persona o por tarjeta.
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3. También hay variedad en las mismas visitas en persona, pues hay algunas que no se nos imputan como tales si no llegamos a ver a las personas a quienes las hacemos y otras que son válidas aún en los casos en que limitándonos a llenar la fórmula de presentarnos en persona, omitimos anunciarnos y tan solo dejamos nuestra tarjeta.
4. Las visitas de presentación, como bien se deduce de su propia naturaleza, no pueden menos que hacerse en persona, sin que nos sea lícito dejar tarjeta cuando no llegamos a ser recibidos; mas la segunda visita de que hablamos anteriormente es válida, si por no encontrarse en su casa o no estar de recibo la persona a quien hemos sido presentados, le dejamos nuestra tarjeta.
5. Cuando al hacer nuestra primera visita a la persona que nos ha sido presentada especialmente, no podamos ser recibidos, dejaremos nuestra tarjeta; mas no será válida esta visita hasta que no la repitamos, ya sea que en la segunda vez se nos reciba, o que nos veamos de nuevo en el caso de dejar tarjeta. Lo mismo se entiende respecto de la visita que debemos a la persona a quien hemos sido presentados por una carta cuando ella se anticipa a venir a nuestro alojamiento sin haber recibido nuestra visita de presentación.
6. Entre caballeros, una visita de ceremonia y cualquiera otra de etiqueta que no sea de negocios o de presentación, puede reducirse a dejar el visitante su tarjeta sin llegar a anunciarse, aunque el visitado se encuentre en su casa, siempre que haya de ser poco discreto hacer ocupar a este su tiempo en recibirla, o que aquel no pueda detenerse por impedírselo premiosas ocupaciones u otro motivo igualmente justificado. En esto deben guiarnos muy especialmente los usos recibidos en cada país, y aun los que sean peculiares a cada gremio social; entre agentes diplomáticos, por ejemplo, la primera visita que se hacen se ve con frecuencia reducida a la fórmula indicada.
7. Las visitas que, según los párrafos anteriores, debemos hacer a nuestros parientes y a las demás personas que allí se indican, para participarles que vamos a tomar estado, no solo deben hacerse en persona, sino que no son válidas cuando no llegamos a ser recibidos.
8. Las visitas de ofrecimiento por haber mudado de estado o de domicilio o por el nacimiento de un hijo, se hacen generalmente por tarjeta; pero un caballero que muda de habitación las hace siempre en persona a sus amigos vecinos.
9. Las visitas de ofrecimiento al llegar a un nuevo domicilio se hacen indiferentemente en persona o por tarjeta; pero siempre en esta segunda forma, a aquellas personas con quienes no se tiene amistad.
10. Todos los demás ofrecimientos que puedan ocurrir los haremos en persona o por tarjeta, según que por la mayor o menor entidad de los accidentes que les den origen, sea o no natural o indispensable, que tributemos a los que han de recibirlos el homenaje de presentarnos personalmente.
11. Las visitas que tengan por objeto pagar las de ofrecimiento se harán precisamente en persona, aun cuando aquellas hayan sido hechas por tarjeta.
12. Las visitas de felicitación se hacen y se pagan en persona. Más respecto a las de cumpleaños, tan solo estamos obligados a hacerlas en esta forma a las personas con quienes llevemos estrechas relaciones de amistad, y a aquellas a quienes, por consideraciones de cualquier otro orden, sea propio y natural que tributemos el obsequio de felicitar personalmente; las demás pueden hacerse indiferentemente en persona o por tarjeta.
13. Las visitas de sentimiento se hacen y se pagan en persona. Sin embargo, cuando se trate de un enfermo grave, y no estemos llamados a rodearle ni podamos prestarle ningún servicio, haremos estas visitas por tarjeta sin anunciarnos. Es conveniente que pongamos la fecha en las diferentes tarjetas que pasemos a la casa de un enfermo grave, pues de este modo quedará perfectamente comprobado nuestro interés por su salud, y el cuidado en que hayamos estado durante su gravedad.
14. Las visitas de duelo se hacen en persona, y las de pésame se hacen y se pagan en la misma forma.
15. Las visitas de despedida se hacen indiferentemente en persona o por tarjeta; pero a las personas con quienes se tiene una íntima amistad se hacen en la primera forma si a ello no se opone un inconveniente insuperable. Estas visitas se pagan en persona o por tarjeta; más cuando no se tiene una íntima amistad con aquel que se ha despedido, y se le quiere visitar en persona, es muy propio y delicado limitarse a dejarle tarjeta sin anunciarse, a fin de no poner embarazo en las múltiples ocupaciones de que debe suponérsele rodeado.
16. Las visitas de agradecimiento se harán en persona; más cuando no medie ninguna amistad, ni haya llegado el caso a que se hace referencia en párrafos anteriores, se harán por tarjeta, o bien en persona, limitándose el visitante a dejar su tarjeta sin anunciarse. En los casos en que tales visitas hayan de pagarse, esto se hará precisamente en persona.
17. Las visitas de amistad, como se deduce de su propia naturaleza, se hacen y se pagan siempre en persona.
18. No es lícito a las señoras visitar en persona a los caballeros que no tienen familia, por íntima que sea la amistad que con ellos tengan, y aun cuando puedan ir acompañadas de personas de su sexo, sino únicamente para tratar sobre negocios urgentes, o en casos extremos, como un peligro de la vida, etc. Sin embargo, un anciano valetudinario, o un sacerdote venerable por su carácter y por sus años, puede ser visitado por señoras de su amistad, con tal que estas vayan siempre acompañadas y que sus visitas no sean frecuentes.
19. Las personas que se encuentran físicamente impedidas de salir de su casa hacen todas sus visitas por tarjeta, siéndoles imputadas como visitas en persona todas aquellas que debieran hacer en esta forma.
20. La persona que recibe una tarjeta de ofrecimiento desde un lugar distinto de aquel en que se encuentra, la corresponde con una tarjeta o con una carta, y este acto le es imputado como una visita.
21. También se considera como una visita el acto de dirigir una tarjeta o una carta a la persona que reside en otro país o en otro pueblo, y se encuentra en circunstancias en que debe ser visitada por sus amigos. En tales casos se corresponderá a aquella demostración en la misma forma en que se haya recibido.
22. Con las únicas excepciones que aquí se establecen, toda visita en persona en que no lleguemos a ser recibidos, será válida, con tal que dejemos nuestra tarjeta. En estos casos cuidaremos de doblar a la tarjeta una de sus esquinas, por ser este el signo convencional que representa en una tarjeta que la visita ha sido hecha en persona.
23. Respecto de las personas con quienes se tiene una íntima confianza, se considera como un acto poco amistoso el dejarles tarjeta cuando no se las encuentra en su casa. Esto solo está admitido cuando, por algún motivo especial, conviene que un amigo no quede en la ignorancia de que le hemos solicitado, y no tenemos otro medio pronto y seguro de hacérselo saber.
24. La tarjeta de una madre de familia, cuando se emplea en una visita en persona, incluye implícitamente el nombre de cada una de sus hijas, y el de cualesquiera otras señoritas de su familia que viven con ella bajo su dependencia.
25. Siempre que usemos de tarjeta para visitar a una persona emancipada que viva con otras personas, pondremos en ella manuscrito su nombre, a fin de evitar equivocaciones.
26. Las tarjetas, en cuanto a su forma y a su contenido, están sujetas a los caprichos y variaciones de la moda; pero nunca dejaremos de incluir en ellas nuestra dirección, en los casos en que debamos o podamos suponer que sea ignorada de las personas a quienes la dirigimos.
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