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Modo de entrar en la casa de la persona que se visita. Ir de visita. Comportamiento

Cuando se abre la puerta y el que abre pide el nombre, hay que decirlo y no añadir nunca la palabra señor

Reglas de cortesía y urbanidad cristiana
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Las visitas. Visitantes educados. Hacer visitas y recibirlas
Las visitas y la urbanidad. Las visitas. Visitantes educados. Hacer visitas y recibirlas

El modo apropiado de ir a hacer una visita

Aquella urbanidad

Cuando se visita a alguien, si la puerta está cerrada, es gran descortesía pegar fuerte y llamar más de una vez: hay que llamar suavemente y esperar con paciencia a que se abra la puerta.

A la puerta de una habitación, no es conocer muy bien a la gente el golpear, se debe llamar suavemente; y si la persona no sale, hay que alejarse de la puerta, a fin de no ser sorprendido como si se escuchase o espiase, lo que sería muy chocante y de muy mal efecto.

Cuando se abre la puerta y el que abre pide el nombre, hay que decirlo y no añadir nunca la palabra señor.

Si la persona que se va a visitar es de condición muy superior y no está en la casa, no está bien decir su nombre, sino que se volverá otra vez.

Si uno es completamente desconocido en la casa a la que se va, es una afrenta entrar por sí mismo sin ser introducido; se debe esperar a que le digan que entre, aunque la puerta esté abierta; si no hay nadie para introducir y si razonablemente cree uno tener la libertad de entrar, se debe hacer sin ruido y sin empujar fuertemente la puerta. Debe cuidarse también, al abrir y cerrar las puertas y al andar, hacerlo muy suavemente y sin ruido.

Es muy descortés cuando se abre una puerta, dejarla abierta; se debe cuidar de cerrarla, si no hay nadie para hacerlo.

Cuando se espera en una sala o en la antecámara, no está bien pasearse, cosa que está incluso prohibida en casa de los príncipes, y es aún peor silbar o cantar.

Es conveniente estar descubierto en las salas y antecámaras, aunque no haya nadie; y cuando se está en casa de una persona de alta alcurnia, se debe tener cuidado de no cubrirse, y de no sentarse de espaldas a su retrato, o al de una persona a la que se debe respeto.

Sería descortesía entrar en lugares en los que hay personas meritorias y de consideración, con la cabeza cubierta; hay que descubrirse siempre antes de entrar.

Si la persona que se visita está escribiendo o haciendo cualquier otra cosa, no está bien distraerla, hay que esperar a que ella misma se vuelva; tampoco está bien entrar atrevidamente en un lugar en el que hay varias personas juntas ocupadas, a menos que un asunto importante y urgente obligue a ello, o que se pueda hacer sin ser percibido.

Cuando se entra en la habitación de una persona estando ella ausente, no se debe recorrer de un lado al otro, ni inspeccionar lo que hay en ella, antes se debe salir inmediatamente y esperar en la antecámara. Si hay papeles, escritos, cartas o cosas parecidas sobre la mesa de la habitación, es descortés mirarlas con curiosidad; se debe, por el contrario, apartar la vista y alejarse de ellas.

 

Nota
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