Ordenadamente laboriosa. Las mujeres y el trabajo doméstico
Las mujeres solían tenían ciertos deberes relacionados con la organización de la casa y el cuidado de los hijos
.
El trabajo doméstico y las obligaciones materiales de las mujeres
La década de los años 60 fue una época de importantes cambios sociales y culturales en buena parte del mundo, y las mujeres jugaron un papel clave en muchas de estas transformaciones. A pesar de los avances logrados en la lucha por la igualdad de derechos y oportunidades, las mujeres se continuaban enfrentando importantes obstáculos en su vida cotidiana, particularmente en lo que se refiere a las tareas domésticas y el cuidado del hogar y de los hijos.
La vida actual exige mucho a la mujer. En tiempo de las abuelas, las mujeres de clases sociales elevadas tenían ciertos deberes relacionados con la organización de la casa y el cuidado de los hijos. Pero su tarea era puramente directiva. También tenían deberes sociales; la obligación de mantener sus relaciones y su rango. Y todo ello se traducía en la obligación de recibir y devolver visitas, recibir y devolver invitaciones, contribuir y asistir a actos de caridad, etc.
Solamente las mujeres pertenecientes a las clases modestas tenían una labor, un trabajo doméstico duro, puesto que ellas realizaban directamente, personalmente, todos los trabajos de la casa y todos los cuidados de los hijos. Pero, en cambio, las mujeres pertenecientes a estas clases modestas no tenían tantas obligaciones sociales. Y, desgraciadamente para ellas, también estaban libres del cuidado y conservación de un mobiliario delicado, objetos de arte y extenso guardarropa.
Te puede interesar: El acoso contra las mujeres en la calle y en el día a día (con vídeo)
Ahora las mujeres pertenecientes a clases sociales elevadas y acomodadas tienen que enfrentarse con casi todo el trabajo doméstico, con las mismas obligaciones sociales que sus antecesoras (menos las visitas) y a veces con trabajos de índole intelectual (muchas son médicos, escritoras, profesoras o comerciantes).
La mujer está muy orgullosa de su nivel intelectual, que la hace cada vez más capaz de dirigir la educación de sus hijos y de relacionarse espiritual e intelectualmente con su marido. Pero esta conquista y esta participación de la mujer en la vida de trabajo intelectual es muy honrosa, pero muy difícil. Porque la mujer no puede abandonar su obligación casera, cada vez más fuerte, a causa de la disminución del servicio doméstico.
La mujer tiene obligaciones maternales; cuando van a venir los hijos y durante su crianza se altera su salud.
La mujer ha de ser femenina, ha de cuidarse, vestirse bien, y esto exige también un tiempo determinado.
La mujer tiene que mantener las relaciones amistosas y familiares mediante una cierta grata animación y cordialidad, para recibir invitaciones y devolverlas. Y si la mujer se compromete a acrecentar la economía familiar mediante su trabajo intelectual como médico, como profesora, etc., ¿cómo se las arreglará para hacer frente a sus múltiples deberes?.
Si hubiese una receta moral o física que contribuyese a dar a todas las mujeres un carácter pacífico, este sería el principio del éxito para la organización de su trabajo.
La mujer que no se excita, que posee la calma, puede organizarse mucho mejor; tantas idas y venidas, tantas vueltas y revueltas no sirven para nada.
La cuestión es imponerse un método, hacerse un plan, un horario. Pero como la vida está llena de imprevistos, no alterarse cuando llegan estos, aceptarlos y renunciar a lo menos importante. Elegir entre los quehaceres el más urgente. Esto se puede enseñar desde ahora en el Bachillerato. ¿No tenemos los martes, jueves y sábados para una asignatura? ¿Y los otros días para otras? ¿No tenemos el jueves para las pruebas y el dentista y el médico? ¿No tenemos el domingo para divertirnos?
La vida en el colegio y después se compone de una serie de obligaciones y deberes, unos agradables y otros difíciles. La vida es un puro quehacer. Porque comer y dormir y jugar lo son. Y hasta para dichos quehaceres de puro placer tenemos que sujetarnos a una organización, a un horario; mientras más organizada está una familia, mientras más organizado está un país, más próspera y feliz será la familia y más próspero y feliz será el país.
No hay que pasarse la infancia pensando: ¡Qué bien al salir del colegio o del instituto; cuando sea una muchacha se acabó la disciplina, se acabó la organización!. Esto es una equivocación, una idea falsa.
Hay que pensar: ¿Cómo me organizaré para ser una muchacha bien vestida? ¿Cómo haré para compaginar la diversión y las obligaciones en casa? ¿Cómo me prepararé para ser feliz en el matrimonio? ¿Qué cosas me convendrán aprender en el orden doméstico? ¿Cómo haré compatible el conocer amigos, y el tener novio? ¿Y estudiar una carrera o una pequeña profesión para defenderme en la vida en caso necesario?
¿No es todo esto organizarse?
Pero esta organización para más adelante, para la época post-escolar, por ser más personal, dirigida en parte por cada una, tiene mucho más encanto. Tiene más encanto que la organización que disponen otros para nosotras.
La agenda
Hoy en día una persona cumplidora, bien educada, casi no puede vivir sin una agenda; en ella se apuntarán el teléfono de las amistades, tiendas, relaciones de trabajo.
Las compras y encargos que tenemos que realizar, cada vez que salgamos a ese fin.
Cada día por la mañana conviene hacer una lista de las cosas que tenemos que realizar a través de la jornada, para que ninguna se quede atrás.
Ejemplo:
- Entregarle a la directora el sobre que me ha dado mi madre.
- Pedir la muestra de la tela, de uniforme.
- Acordarme de pedir la dirección de Anita Creas para escribirle, que mañana es su santo.
- Convidar a mis amigas para el domingo.
- Sacar las entradas del cine.
Al escribir estas cosas ya se "nos meten más en la cabeza". Pero luego hay que tomar la costumbre de leer la agenda al mediodía.
Hay muchas personas que hacen la lista de las obligaciones pendientes y luego olvidan repasarla.
Lo mismo que aprendéis Geografía e Historia, es conveniente aprender a usar la agenda.
¿Puedo ser romántica siendo metódica?
Lo cortés no quita lo valiente. Una cosa no tiene que ver con otra. Si se realizan las obligaciones con orden, luego nos quedará tiempo para pensar y soñar, y dejar vagar la fantasía.
Hay que idealizar los deberes, las obligaciones, poniendo en ellos un afán de perfección. El realizar cada acto del día conscientemente, poniendo nuestra inteligencia, memoria y voluntad en lo que hacemos y tratando de hacerlo bien (la clase, el estudio, el juego, la oración, etc.), ya es idealizar, nuestra vida, puesto que es superarla, perfeccionarla.
En cambio, la persona que va viviendo ensimismada, realizando sus deberes, medio inconsciente, pensando y soñando (en las nubes) y fantaseando, medio vive solamente, ya que no ejerce plenamente su voluntad, ni emplea su inteligencia en realizar, ni en perfeccionar, sino solo en divagar. Habrá quien llame a esta niña romántica. Pero esta niña realmente no hace poesía. Pues poesía es perfección, superación.
La niña excesivamente activa e imaginativa
La niña impetuosa, activa, que quiere aprovecharlo todo, vivirlo todo, estudiarlo todo, que quiere ser músico y actriz y deportista, que quiere ser elegante e intelectual, y que se afana por lograr la perfección en todo, suele ser realmente atractiva, realmente inteligente; pero no será feliz, ni hará feliz a los que convivan con ella.
Creo que la excesiva viveza intelectual, la excesiva ambición, desgastan, cansan a quien la posee y a los que están en su entorno. No está la perfección en abarcar muchos, sino en realizar perfectamente nuestra obligación, la que nos marquen cuando niñas. La que nos vaya imponiendo la vida cuando mayores. Se puede aspirar, y es noble, a realizar aquellas cosas agradables y bellas y buenas, para las que estamos dotadas, pero sin empujar, sin correr, sin forzar demasiado la marcha, dentro de un orden y de un método. Porque si nos salimos del "equilibrio" y de la "armonía", no llegaremos a alcanzar los fines. Todo lo más obtendremos unos resultados confusos y mantendremos una agitación difícil, y no será grato convivir con nosotras. En general, se es así (pacífica o inquieta) por naturaleza. Es una cuestión temperamental. Casi, casi no podremos frenar nuestra inquietud. Pero hay que encauzarla.
La paz. La serenidad de la casa
La paz es una virtud sin la cual la mujer no es lo que tiene que ser: el elemento sedante, confortable, sereno de la casa.
Lo que produce la resultante, el "hogar". Algo siempre fijo, inmutable, sólido, que está en el centro de la familia, como lazo de unión, como seguridad. La madre es y debe ser la paz, porque es y debe ser la esencia de la educación. La que la impone, porque la posee. Y cada niña es una madre en potencia.
Hay que recordar siempre que son inútiles muchos afanes o casi todos los afanes temporales; y pensar y decir con San Agustín, e instalar muy en el centro de nuestra conciencia, aquella frase suya: "Nos hiciste, Señor, para Vos, y nuestro corazón no estará tranquilo hasta que no descanse en Vos".
-
1063
Aviso Los artículos "históricos" se publican a modo de referencia
Pueden contener conceptos y comportamientos anacrónicos con respecto a la sociedad actual. Protocolo.org no comparte necesariamente este contenido, que se publica, únicamente, a título informativo
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
La buena educación tiene como principio, como base, un sentimiento de bondad que nos lleva a ser amables con las personas que nos rodean.
-
A nuestros maestros, como a segundos padres, les debemos afecto, obediencia y respeto
-
Debemos a nuestros padres la misma veneración sobrenatural que debemos a Dios y a los santos.
-
El saludo debe ser atento para con los superiores, amistoso para con los iguales y afable para con los inferiores
-
La familia es la reunión del padre, de la madre y de los hijos, que viven bajo el mismo techo
-
En el juego hay que seguir las reglas, no hacer trampas y comportarse de manera deportiva y educada.
-
Una persona es tanto más interesante cuanto más se interese ella misma por las cosas.
-
En las reuniones de muchachas, las notas discordantes suelen ser producidas por chicas a quien nunca apetece el plan propuesto.
-
Los mayores no deben abusar de los pequeños; lo hacen porque son más fuertes y saben que los pequeños no tienen inteligencia ni fuerza, para defenderse.
-
El orden consiste en mantener el arreglo, cuidar cada utensilio, cada prenda, cada enser del ajuar doméstico.
-
Hay que acudir a clase correctamente vestidos y peinados, sin manchas ni rotos, con los zapatos bien limpios, medias tirantes, etc.
-
Una niña de visita no debe ser ni demasiado habladora, ni demasiado silenciosa.