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Desempolvar la urbanidad.

Las buenas maneras no cambiarán jamás, porque son muestras de respeto y consideración con los demás.

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A tip of the hat (US President Calvin Coolidge, 1924).
Saludo. A tip of the hat (US President Calvin Coolidge, 1924).

Desempolvar la urbanidad.

Algunas personas se preguntan cuáles reglas de etiqueta han pasado de moda, y otras tantas tienen curiosidad por las que siguen vigentes. Las respuestas son fáciles de encontrar observando el simple actuar en público, con los afanes e informalidades del transcurrir diario. Entonces es cuando da gusto admirar los detalles de cortesía que se conservan, o tenemos que soportar modales desagradables que incomodan terriblemente. No hay nada peor que un maleducado al lado.

Las buenas maneras no cambiarán jamás, porque son muestras de respeto y consideración con los demás. Los modales pueden moderarse y deben practicarse en la intimidad del hogar para que se conviertan en hábitos naturales. La etiqueta está lejos de imposiciones artificiales como las de antes, nos da pautas para actuar con seguridad y ser flexibles ante los diversos compromisos que nos corresponden. Teniendo en cuenta que la elegancia es una actitud, voy a desempolvar unas sugerencias de urbanidad muy conocidas entre los mayores y muy necesarias para los jóvenes de hoy.

La postura correcta y una adecuada presentación personal son claves en las relaciones humanas. No hay una segunda oportunidad para una primera impresión. Utilizar el tratamiento de "vos" y "tú" entre los amigos, y el "usted" para los superiores o desconocidos. Saludar de mano al presentarse es lo correcto para ambos sexos. Entre dos mujeres, igual.

Los besos y los abrazos son costumbre establecida entre personas muy amigas o familiares. Son gestos que se insinúan, a nadie le gusta que le dejen huellas húmedas o restos de labial en la mejilla. Los niños detestan estas manifestaciones de un extraño. Es ordinario excederse en cumplidos, palmoteos, carcajadas y demostraciones amorosas. Todo tiene su momento y su lugar.

Los hombres siempre deben levantarse para saludar a damas y a caballeros, así sean menores en edad o rango. Saludar sentado es de pésima educación. Ellas lo harán ante la edad, el respeto o el afecto que les merezca a quien se dirijan. Nunca pasará de moda dar el paso a las mujeres y a los mayores, ofrecer el asiento, colaborar con los objetos pesados o abrirles la puerta del automóvil. Es elegante servirles los licores y empezar a comer después de ellos.

Los errores más comunes se cometen en la mesa. Chuparse los dedos o hablar con la boca llena (ni siquiera de pasantes, como maní o quesos). Sorber el tinto o la sopa. Usar palillos o los dedos para deshacerse de restos de comida en las encías. Apoyar los codos en la mesa. Acercar la cabeza hacia el plato, accionar con los cubiertos y dejarlos en desorden al finalizar. Ni hablar de fumar mientras otros comen, eso por fortuna ¡se abolió!

 

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