
Obligaciones negativas. A nadie debe ofenderse en su persona.
Ofendemos a otro, en la persona matándole, hiriéndole, maltratándole, tratádole con desprecio o insolencia, molestándole o inquietándole de cualquier manera.
Obligaciones para con los demás.
Tenemos para con los otros algunas obligaciones, que son generales y comunes para todos, y otras respectivas a cada uno en particular.
Obligaciones generales.
Nuestras obligaciones generales para con todos los hombres se encierran en estos dos preceptos, no hacer a otro lo que no queramos que se nos haga a nosotros, y hacer con los otros lo que queremos que se haga con nosotros mismos. El primero de ellos contiene las obligaciones que se llaman negativas o de rigurosa justicia. El segundo, las obligaciones positivas o de beneficencia.
Obligaciones negativas.
Estas obligaciones se reducen a abstenernos de ofender a otro en manera alguna.
Podemos ofender a otro de tres modos, en la persona, en la hacienda, o en la honra.
A nadie debe ofenderse en su persona.
Ofendemos a otro, en la persona matándole, hiriéndole, maltratándole, tratándole con desprecio o insolencia, molestándole o inquietándole de cualquier manera.
Debemos pues abstenernos de todas estas ofensas, no haciendo a los demás cosa que les incomode.
Los niños acostumbran a tener el inhumano gusto de hacer aposta mil burlas a sus compañeros, de provocarlos a reñir, de decirles injurias, de escarnecerlos o mofarlos, o de hacerlos irritar de otros muchos modos, principalmente cuando los tienen por más débiles que ellos, y no temen que puedan vengarse.
¿Y qué gusto sacaremos de injuriar y despreciar a los otros? Ciertamente no puede haber otro más indigno y vergonzoso. Además, es un gusto peligroso, y que muchas veces acarrea los mayores daños. Sabido es aquel proverbio, que el que la hace la paga; y por consiguiente el que hace mal al prójimo, debe siempre recelar que este haga otro tanto con él.
"El perdonar las ofensas, y el procurar hacer bien al mismo que nos ha ofendido, es la acción más noble y generosa que pueda darse"
Ni debe fiarse en que sea más débil; porque aun el que tiene menos fuerzas, cuando se ve provocado, halla un medio u otro de vengarse.
Guardémonos pues de hacer mal a persona alguna por ningún término , sea más fuerte o más débil que nosotros.
Ni debemos tampoco alegrarnos de que otros lo hagan. Suele ser defecto muy común en los niños el de reír y holgarse cuando ven que alguno injuria y trata con insolencia a otro. Lejos de semejante inhumanidad, debemos compadecernos de él, y procurar impedir que se le ofenda.
¿Y si alguno nos hace algún mal, podremos vengarnos? De ningún modo. Podemos sí defendernos, e impedir que se nos haga; pero después de sucedido, o debemos perdonarlo generosamente, y esto es lo mejor, o debemos recurrir a quien pueda hacernos justicia y no hacérnosla por nuestra mano.
El perdonar las ofensas, y el procurar hacer bien al mismo que nos ha ofendido, es la acción más noble y generosa que pueda darse. Por lo tanto un buen padre que había prometido una preciosa sortija a cualquiera de sus tres hijos que hiciese la acción más laudable, justísimamente la dio al que había librado del peligro a su mismo enemigo.
Al contrario el vengarse es la cosa, más abominable y bestial. Es propio de las fieras el volverse, y morder inmediatamente al que las ofende. Y muchas veces sucede que resulta de la venganza mayor daño al que la ejecuta.
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