¿Cuándo comenzará la buena educación? Modales, cortesía y buenas maneras.
Los valores tradicionales de cortesía, urbanidad, civismo o como se les quiera llamar se han perdido poco a poco.
Como cada año, pasaron las vacaciones rápidamente y empieza otra vez un nuevo período escolar. Los niños volverán a la escuela, recibirán sus enseñanzas y harán sus tareas. Y otra vez, como siempre, yo me hago la misma pregunta: ¿cuándo comenzará la verdadera educación?
Porque cuando vemos y escuchamos a los jóvenes en los sitios públicos, al observar su comportamiento y oír el vocabulario que emplean para conversar, podemos notar fácilmente que aunque vayan a la escuela y aprendan las operaciones básicas de matemáticas, quién fue Napoleón Bonaparte, cuál es la capital de Chile y en dónde está situado el corazón, en la enseñanza de modales, cortesía y buenas maneras, ¡Cero hit y mucho error!
Los valores tradicionales de cortesía, urbanidad, civismo o como se les quiera llamar se han perdido poco a poco y ya no parecen tener ningún valor; es más, creo que están en franca decadencia, casi devaluados y muy cerca de la extinción.
A veces hasta parece que ser bueno pasó de moda, que ser decente y honesto es ser tonto y que quien es más grosero y grita más, consigue las cosas con mayor facilidad. A los niños se les enseña temprano que llorar no es cosa de hombres y desde muy pequeños tienen que mostrar su hombría "a golpes"; a las niñas se les inculca que son iguales a ellos, y si ellos patean, pues a patear entonces.
¿Y de quién es la culpa? La mayoría de las veces se la echamos a la escuela, pero yo creo que en verdad somos culpables todos; los padres y las madres, porque le dejamos esa tarea a la escuela cuando es en el hogar en donde se debe comenzar con las primeras lecciones. Cuando los niños llegan a la escuela ya llevan la base de su formación, ya deben saber cómo conducirse frente a los demás, cómo tratar a los adultos, a los maestros, cómo actuar en un sitio público; entender que en la calle no se tira basura, que no deben decir palabras vulgares y que el mundo no es solo de ellos, sino que le pertenece también a los demás.
Los valores nos ayudan a convivir como seres humanos y esto no debería ser exclusivamente un asunto de las grandes empresas, de grupos cívicos, clubes, gremios, de las instituciones políticas o de los profesores y maestros.
Los valores deben ser la columna vertebral de la convivencia sana entre los seres humanos: los valores individuales, los valores familiares, los valores sociales y hasta los valores nacionales, como nación.
Pero si nos interesa de verdad hacer cambios positivos en nuestros hijos, debemos cuestionarnos cómo están nuestros propios valores: si somos honestos, probos, generosos y considerados, y lo más importante, preguntarnos de qué manera afecta a los demás una vida con ausencia de valores.
Hasta que logremos corregir nuestros conflictos de valores individuales y hagamos que nuestras acciones sean las más correctas y dignas de imitar, la vida que vivirán nuestros hijos continuará con cero hit y mucho error.
No creo que el cambio sea tan difícil. ¿Por qué no lo intentamos?
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
La persona que quiere hacer profesión de humildad y modestia y tener un exterior formal y sereno, tiene que conseguir que sus ojos sean dulces, pacíficos y comedidos
-
Las diversiones son ejercicios a los cuales se puede dedicar algún tiempo del día, para liberar el espíritu de las ocupaciones serias
-
Venezuela es cuna de gente maravillosa. Lo demuestra la valentía, el espíritu emprendedor y la entereza que caracteriza a cada uno de sus ciudadanos
-
Es de lamentar que los buenos modales hayan caído en creciente desuso con la precipitación y la impaciencia de la vida moderna
-
Por varias décadas la cortesía se considera un cúmulo de normas artificiosas tan obsoletas como el Manual de Carreño
-
Se debe evitar cuidadosamente, tanto como sea posible, poner la mano desnuda sobre las partes del cuerpo que no están ordinariamente descubiertas y, si es necesario tocarlas, es preciso que se haga con precaución
-
Los tratados de urbanidad siempre han existido para las clases pudientes y para guiar los usos sociales de la aristocracia
-
La urbanidad es tan estricta en lo relativo al prójimo que no permite causarle disgusto en nada; por esto no permite que se hable nunca mal de nadie
-
Veo con tristeza que la "burricie" prima más cada día sobre el civismo y las buenas maneras.
-
Hay otras diversiones que no están permitidas al cristiano en modo alguno, ni por las leyes de la religión ni por las reglas de la cortesía
-
El respeto que se debe al prójimo no permite, al hablar de alguien, golpearse la frente con el extremo del dedo para indicar que es una persona aferrada a su sentir y a su propio juicio
-
El orden que se debe observar para el lavado de las manos es el hacerlo según el rango que se tiene en la familia; o si se come en compañía, según el rango que se tenga entre los invitados