Relaciones con los padres. Tu madre seguramente no está anticuada.
Hay que tratar de superar las reservas y la timidez, ser expansiva con los padres.
Convivencia Social. Formación Familiar y Social. Tercer curso.
¿Eres expansiva con tus padres?
Pero a veces la juventud no sólo se aisla y se independiza, sino que se encierra en un mutismo y silencio verdaderamente doloroso para los padres.
Es muy egoísta la juventud. Y, como consecuencia, muy mal educada. Hay que tratar de superar esa reserva, ser expansiva con los padres.
Es patética la soledad espiritual en que a veces se deja a los padres. Te encierras en ti misma, guardas tus triunfos o tus fracasos, o tus comentarios para ti. Vives para tus conflictos sentimentales y para tus diversiones. Vuestro "yo" se ensancha y llena vuestro mundo. Y no existe ya padre ni madre, ni hermanos... sino que les tratáis con una amabilidad maquinal o rutinaria, a lo más.
¿Qué haces cuando vuelves del colegio?
Tu madre te pregunta:
¿Qué tal?. ¿Cómo lo has pasado hoy?
Y vosotras a lo mejor contestáis sin levantar la vista del libro que ojeáis, una especie de mugido, algo que se dice con la boca cerrada y suena a un "mmm" indefinido... ¡Qué poco amables por vuestra parte!
Vuelves de una merienda en casa de una amiga. Tu madre se ocupó de que tuvieses un vestido nuevo, de que le llevases a tu amiga un regalito... Lo hizo con ilusión y te organizó el plan divinamente. Volvéis y... os vais derechas a vuestro cuarto, apenas contáis nada.
Vuestra madre queda desilusionada y triste. Piensa: pobre chica, se ha debido aburrir; con tanta ilusión como fue a su fiesta ...
Es posible que os hayáis aburrido y vengáis de mal humor. Pero, ¿por qué no tratáis de evitarle a vuestra madre la pena de comprobarlo?. Bien le podéis contar que estaban Pepita y Rosario. "Que el vestido de Marichu era precioso"..., "que la merienda fue buena o mala"... y "que las chicas de Feijóo estuvieron hechas unas sosas"...
En fin, esas cosas que a las mujeres viejas y niñas nos divierten y con las cuales podéis entretener a vuestra madre y darle entrada en vuestra conversación y en vuestra diversión o en vuestro aburrimiento.
Tu madre seguramente no está anticuada.
Estáis totalmente equivocadas si pensáis que vuestra madre es vieja y quedó anticuada. La mujer conserva ahora mucho tiempo su juventud. Las costumbres de 1930 eran en todo iguales a las costumbres en 1950. Vuestra madre no está anticuada. Pero ha vivido veinte años más que vosotras, y en veinte años la vida le ha ido dando lecciones, y ella quiere que su experiencia os sirva y os sea útil.
La juventud va a lo que brilla. Sin tener en cuenta que casi todo en la vida tiene un revés sombrío. Vuestras madres no quieren que paséis de la luz a la sombra, de la ilusión al fracaso. Sino que vayáis por ese camino entre sol y sombra, que es el camino seguro. El término medio donde está la virtud. "Que el que va piano, va sano, y el que va lontano"...; que vayáis por ese camino central y no por los bordes, porque podéis resbalar... Por el camino central. Es decir, siempre dentro de la ley de Dios y de los frenos y normas que impone la buena educación.
Ese camino central es el de los vestidos correctos y de buen gusto, el de la vida familiar. A vuestra edad, el de la vida familiar. A vuestra edad, el de los buenos amigos, y no el de los coqueteos, el de la confianza plena con vuestra madre..., etc.
Y estad seguras de que si os duele revelar un fracaso, incluso a vuestra madre, nadie como ella sabrá comprenderlo y aliviarlo. Esa timidez, esa reserva que a veces nos aleja de nuestros padres, debéis combatirla desde vuestra adolescencia, porque os priva de tanto consuelo y ayuda... Y a ellos les causáis una pena profunda, porque desde que nacéis no hacen otra cosa que organizar vuestra vida, para que no tengáis penas, ni enfermedades, ni fracasos. Y luego, cuando más podrían y cuando más deseos tienen de ayudaros, os encerráis en vosotras mismas y parece que les decís con vuestra actitud reservada:
No os necesitamos para nada.
Yo misma arreglaré mi asunto.
Con lo anticuada que está mamá, ¡no tiene ni idea de esto!.
Y así, groseramente, los dejáis plantados. Os alejáis encerrando en vuestro corazón vuestra alegría o vuestra pena.
Equivocaciones.
De esta manera os equivocáis con los vestidos. Os equivocáis con las amigas. Os equivocáis al elegir vuestra profesión, y, lo que es peor también, os podéis equivocar al elegir más tarde vuestro novio y vuestro marido.
Agradecimiento.
¡Con qué acento más conmovedor saben rezar algunos jóvenes cuando se encuentran en un aprieto!. Y, sin embargo, nunca dan gracias a Dios por el auxilio recibido.
Con gusto meten en el bolsillo el regalo que les hacen sus padres, y piden a las compañeras, a las amigas, con afán de solución de problemas y lecciones; pero no saben corresponder al trabajo abnegado de sus bienhechores más que... criticándolos de continuo y haciéndoles blanco de sus burlas. "Dixeris ingratum, dixisti onne malum", reza un antiguo adagio latino: "Dijeras ingrato, has dicho todo lo malo que se puede decir.
La joven ingrata es una joven sin educación.
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