
El estilo epistolar.
Una carta no es otra cosa que una conversación escrita, y debe emplearse en ella un estilo fácil, natural y sencillo.
Del estilo epistolar.
Una carta no es otra cosa que una conversación escrita, y debe emplearse en ella un estilo fácil, natural y sencillo. Sin embargo, como el que escribe tiene más tiempo para reflexionar, conviene que las ideas expresadas estén ajustadas a las reglas gramaticales.
Las cartas de amistad son dictadas por el afecto y no puede marcarse su extensión; pero las de negocios deben concretarse al asunto de que se ocupan.
El inferior no dará nunca al superior el título de amigo, y lo mismo hará éste con respecto al primero, si la linea social que los separa es muy pronunciada.
La letra ha de ser clara, y si es posible elegante.
Las faltas gramaticales y las de ortografía dan mala idea de la educación de las personas que incurren en ellas.
El papel que ha de emplearse será tanto más fino cuanta menor sea la confianza que se tenga con la persona a quien se escribe.
La forma interior de la carta está sujeta a las reglas siguientes:
1ª. Al principio del papel, y hacia el lado derecho, se pone la data.
2ª. En la línea siguiente, y hacia el lado izquierdo, se pone el nombre de la persona a quien se escribe, precedido de la palabra señor o señora.
3ª. En la línea siguiente, y precisamente debajo, aunque dejando algún espacio hacia la izquierda, se pone el nombre del lugar en que aquella se encuentra.
4ª. Dejando una línea en blanco, y un espacio más o menos ancho hacia la izquierda, se ponen las palabras: "Muy señor mío", si es de etiqueta, y "Mi querido amigo", si es de amistad.
Cuando se escribe una carta en papel de esquelas, la data se pone después de la Arma y hacia el lado izquierdo.
Las cartas han de estar cerradas y selladas con cierto gusto y delicadeza, pues esto dará buena idea de nuestra educación.
Es sobremanera grosero el no contestar oportunamente a una carta. Si ésta fuese de naturaleza reservada, remitiremos la contestación por el mismo conducto por el cual la hemos recibido.
Las enmiendas no están admitidas en las cartas, porque además de ensuciarlas, demuestran la ignorancia o poca costumbre del que las escribe.
Aunque el papel deba siempre ser fino, sin embargo, los papeles muy historiados y perfumados dan una idea del carácter fútil del que la escribe.
Una elegancia severa es la que mejor sienta a todas las edades y posiciones.
Generalmente, el papel más propio es el que lleva impresas con estampilla en la primera cara las iniciales del nombre del que la escribe, y su escudo de armas si lo tiene.
Se ha extendido tanto el uso de los sobres, que estaría mal visto doblar la misma carta.
Siempre que se escriba una carta, el plieguecito de papel ha de ser entero, aunque no se escriban más que algunas líneas.
Las cartas, como hemos indicado en otro lugar, dan tiempo a la meditación; por consiguiente, cualquiera expresión ofensiva o de dudosa interpretación hará muy mal efecto a la persona a quien va dirigida, y por lo tanto es preciso medir bien las palabras y expresarnos en un estilo siempre claro.
El estilo afectado y retumbante solo es disculpable entre dos amantes; pero es preciso desterrarlo para los amigos y las personas de confianza.
Si tenemos muchos asuntos de que tratar en una misma carta, empezaremos por el más importante.
Es útil y cómodo formar nuevo párrafo aparte siempre que se vaya a tratar de un asunto diverso.
No se deben abreviar las fechas ni los nombres.
En un simple billete se suele poner también el día de la fecha, como: "Hoy lunes".
Las obleas más elegantes son las más pequeñas y lustrosas. El lacre tiene mayor solidez, aunque ofrece menos garantías contra la indiscreción, que las obleas de goma.
Los sobres se usan grandes y cuadrados para las cartas de etiqueta, medianos para las de negocios, estrechos y largos para las elegantes, y muy pequeños para los billetes y tarjetas.
Para meterlas en los primeros se da a las cartas un doblez cruzado en todas direcciones, y lo mismo para las segundas. Las dos últimas llevan dos dobleces al través.
Las cartas deben sellarse con un escudo de armas o con una cifra.
Las de recomendación, si han de ser entregadas en persona, no se sellan.
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