
Invitados y principios rectores del protocolo.
Deben ser objeto, de selección según la naturaleza del acto y de la imagen que se desee presentar a un público determinado.
INVITADOS.
Deben ser objeto, de selección según la naturaleza del acto y de la imagen que se desee presentar a un público determinado, y han de recibir la máxima atención del anfitrión.
Para la realización de todo evento deben considerarse tres tipos de invitados: invitados fundamentales (de honor, oficiales, de amistad, comerciales y de prestigio); invitados para cubrir "excusas" e invitados que confirmaron su asistencia.
La ubicación de los invitados debe prevenirse con antelación suficiente. Las fórmulas mediante las cuales se determinará su ubicación obedecen a las preguntas siguientes: ¿quién?, ¿cuándo? y ¿cómo?, además de lo expuesto en páginas anteriores.
PRINCIPIOS RECTORES DEL PROTOCOLO.
La teoría y la práctica del protocolo se rigen por una serie de principios, los cuales funcionan como marco de referencia para la actuación de cada uno de los individuos que lo han asimilado como parte de su forma de vida y que, por tanto, participan de sus reglas en todo momento.
En primer lugar está siempre el respeto, como sentimiento que induce al individuo a tratar a sus semejantes con deferencia a causa de su edad, superioridad o mérito; acompañado de la cortesía, es decir, tener atenciones, pero con un toque de delicadeza, amabilidad y afabilidad, lo que permite a esa persona hacer gala de su educación y cultura sin necesidad de señalado. En esta tesitura, el principio de la reciprocidad debe traducirse en conductas de igualdad, de correspondencia para con el otro, incluso bajo condiciones hostiles que dificulten su aplicación.
Las atenciones que se muestran hacia determinadas personas no obedecen a lo que de momento se percibe -sentimientos de desagrado, enojo, burla, desprecio-, sino por el contrario, a la investidura, al carácter que les confiere la posesión de cierto cargo o dignidad. Incluso, desde una perspectiva utilitarista la consideración a estos principios resulta provechosa.
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Los anfitriones, en ocasiones, tienen que actuar como mediadores o diplomáticos con sus invitados si surgen situaciones incómodas o violentas
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Puede organizar una barbacoa, una merienda e incluso una velada a la luz de la luna si cuenta con es pequeño espacio como una terraza o un jardín
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Si no somos amigos de regalar flores, podemos presentarnos con un detalle o un pequeño obsequio que entregaremos a los anfitriones nada más saludarles
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Lo primero, tener consideración con las personas que nos rodean
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Cuando nos sentamos a la mesa, lo primero que debemos hacer es mover la silla, sin arrastrarla
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En los actos y las visitas oficiales se procura buscar un cierto equilibrio jerárquico entre la persona que recibe y la que llega
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En la mesa, como en muchos otros lugares, hay que guardar unas mínimas normas de comportamiento
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Es necesario seguir algunas reglas que hacen que la vida sea más llevadera, más armoniosa y quizás, porque no, más tolerante.
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El motivo por el que es conveniente servir el café, infusiones, licores, etc. en otro lugar diferente a la mesa donde se ha ofrecido la comida, es para que los invitados puedan conversar y relacionarse.
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Solo en una visita muy informal nos podemos dar el lujo de preguntar si nos es permitido llevar alguna persona adicional.
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Evitemos, en cuanto nos sea posible, el hospedarnos en las casas de nuestros amigos, especialmente de aquellos a quienes hayamos de ser molestos o gravosos. Ya sabe el dicho popular: "las visitas como el pescado al tercer día huelen"
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Junto al invitado de honor, el anfitrión es una de las figuras clave en el protocolo de los diversos actos y eventos