B. La civilización del conocimiento. Objetivos. VII.
Objetivos, objeto, hipótesis y metodología de la investigacion sobre la civilización del conomiento.
Se trata de que todos y cada uno de los alumnos aprendan los preceptos fundamentales que conforman unas pautas de conducta y emocionalidad civilizadas. La emergencia y ulterior desarrollo de la escuela no se debe única y exclusivamente a relaciones de dominio y conflictividad social entre diferentes grupos sociales. Como señala Laspalas (1993:228-229), que la escuela se haya impuesto como fórmula educativa básica obedece también al hecho de que otras instancias -familia, trabajo, amistades.- se revelaron absolutamente incapaces de ejercer adecuadamente funciones de producción, reproducción e integración social. Y es que la escuela es sobre todo un recurso para lograr la integración social para todos los niños. Esta pretensión integradora que abarca al conjunto de la población infantil es afín a la pretensión universalista de este tipo de publicaciones. Los contenidos se hallan claramente sistematizados y dispuestos con afán pedagógico para su aprendizaje por parte del alumno. El aprendizaje, esencialmente memorístico y repetitivo, persigue la conversión de tales contenidos en hábitos que, una vez adquiridos, formen parte de la propia 'naturaleza' de los individuos.
Los manuales de etiqueta y buenas maneras se localizan fuera del ámbito escolar y se hallan, en este caso, dirigidos a un público adulto que, una vez asimilado gracias a su paso por la escuela el corpus básico del comportamiento civilizado, desea iniciarse en cuestiones no tan básicas, procedimientos acaso más ritualizados o formalizados o incluso pretenda perfeccionar sus maneras de cara a algún acto, acontecimiento o momento especialmente reseñado o significativo socialmente.
Sus contenidos se dirigen a la persona que se encuentre interesada en una mejora y depuramiento de sus formas y modales así como en distinguirse a través de los mismos. Ahora bien, ya no se trata tanto de obras que requieran una lectura secuenciada y total sino que gran parte de ellas se conciben como obras de referencia: en ellas es posible consultar de forma específica aquellos contenidos que le resulten pertinentes al lector; no se requiere esa lectura secuenciada sino que es factible una lectura parcial y fragmentaria al uso de cualquier obra de referencia o consulta. Este carácter fragmentario y consultivo se hace máximo en obras que aparecen atendiendo a una estructura y formas enciclopédicas, facilitando las consultas por voces del mismo modo que sucede con los diccionarios o las enciclopedias generalistas. Resulta evidente que se insiste en la necesidad de discriminar, para el comportamiento, entre lo correcto y lo incorrecto y lo distinguido y lo vulgar. Esta normatividad se centra prioritariamente y casi de manera exclusiva en aspectos gestuales y corporales dejando de lado la instrucción moral y la profundidad psíquica de los manuales tradicionales.
Los manuales de autoayuda constituyen en esta investigación el tipo de material empírico del que me sirvo para ampliar las aportaciones efectuadas por Norbert Elias a la comprensión y explicación del proceso civilizatorio. Dichos manuales no responden al formato que de un modo general han mantenido hasta aquí las diversas publicaciones tratadas. Esta especificidad será tratada con mayor profundidad en el capítulo dedicado al código de la civilización reflexiva. No obstante, resulta imprescindible proceder aquí a una primera caracterización general de este material.
La literatura de autoayuda tiene como misión proporcionar al lector una serie de contenidos encaminados al logro del bienestar psíquico individual a través de un ejercicio reflexivo sobre su persona. En tanto es la dimensión psíquica la privilegiada como centro de atención, las cuestiones abordadas difieren notablemente de las que tradicionalmente han tratado los manuales de buenas maneras, inicialmente centradas en aspectos relativos a lo gestual o a la conducta visible de la persona. Así, cuestiones relevantes dentro de este tipo de publicaciones serán las relaciones interpersonales, el amor, la enfermedad o la expresión de la afectividad; cuestiones que se suponen encuadradas en el dominio íntimo y en la subjetividad de cada cual. Esta disparidad inicial permite, con todo, establecer una analogía entre este tipo de publicaciones y los manuales de buenas maneras tradicionales, entendidos ambos como programas de gestión y autorregulación de la emocionalidad (Wouters, 1987 y Rose, 1990).
Los manuales de autoayuda dan continuidad a la vocación universalista de los manuales de buenas maneras adscritos al Nuevo Régimen: todos y cada uno de nosotros estamos en condiciones de 'ayudarnos a nosotros mismos'; de autorregularnos psíquicamente mediante la activación y desarrollo de nuestras propias capacidades. Su normatividad no es excesivamente acusada, puesto que más que establecer cesuras perfectamente identificables entre lo correcto y lo incorrecto, opta por sugerir potenciales vías de actuación sin llegar a condenar nunca de forma tajante y excluyente actitudes o conductas. Su sistematicidad es enormemente variable y en este sentido fluctúan entre una sistematicidad apreciable -sobre todo aquellas publicaciones que tienden a reproducir la estructura formal de, por ejemplo, sesiones de psicoterapia- y una sistematicidad laxa, normalmente cuando el tono del discurso adquiere un cariz ensayístico y flexible.
Una última cuestión, que afecta por igual tanto a la "literatura del Antiguo Régimen" como a la "literatura del Nuevo Régimen" es la de la representatividad que puedan poseer las publicaciones que se agrupan bajo sendas categorías. Norbert Elias sostiene que los preceptos incluidos en estas publicaciones sobre buenas maneras son representativos de prácticas reales. Es decir, que recogen modos de comportamiento que en la práctica ya se están produciendo (Nota: Los manuales no contienen opiniones individuales o personalizadas sino que exponen lo que es costumbre real en una sociedad: "[...] estos escritos no contiene una exposición de las grandes ideas de una persona extraordinaria sino que están obligados a ceñirse a la realidad social". Elias (1987:118) ). No obstante, esta relación entre los modelos de comportamiento que recogen las publicaciones y las prácticas reales de comportamiento ha de ser matizada. Desde la posición de Elias, las publicaciones se entienden como reflejo de los comportamientos practicados. Pero, al tiempo que reflejo, las publicaciones también pueden actuar como promotoras de conductas novedosas; pueden actuar, en palabras de Roger Chartier, como "gesto inculcador" (Chartier, 1992:50-52) (Nota: Revel (2001:168) se expresa en términos similares a los de Roger Chartier matizando la "realidad" de los modelos de comportamiento que son presentados en los manuales.).
- B. La civilización del conocimiento. Objetivos. I.
- B. La civilización del conocimiento. Objetivos. II.
- B. La civilización del conocimiento. Objetivos. III.
- B. La civilización del conocimiento. Objetivos. IV.
- B. La civilización del conocimiento. Objetivos. V.
- B. La civilización del conocimiento. Objetivos. VI.
- B. La civilización del conocimiento. Objetivos. VII.
- B. La civilización del conocimiento. Objetivos. VIII.
- B. La civilización del conocimiento. Objetivos. IX.
- B. La civilización del conocimiento. Objetivos. X.
- B. La civilización del conocimiento. Objetivos. XI.
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