Comportarse siempre como el mismo hombre
Es indudable que las costumbres han evolucionado -y evolucionan- a través de los tiempos. Hoy, por ejemplo, no se come con las manos...
Las buenas maneras
Séneca (el romano, no el de Pemá), nos hace la siguiente recomendación:
"Considera como algo importante comportarte siempre como el mismo hombre"
Esto es: no te disfraces; sé tú, sin artificios ni adornos; no aparentes lo que no eres. Esto no es óbice para que todos estemos obligados a comportarnos según las normas de urbanidad y las reglas de conducta ciudadana vigentes en cada momento; nadie está legitimado, por mucha personalidad que se tenga o por muy desinhibido que se sea, salvo que esté chalado, para prescindir de ellas.
Es indudable que las costumbres han evolucionado -y evolucionan- a través de los tiempos. Hoy, por ejemplo, no se come con las manos un buen pollo asado, como hacían en la Alta Edad Media, aunque sería ridículo también tratar de dar buena cuenta y degustar un plato de percebes sin utilizar los dedos con maña y destreza. Se pude ser muy espontáneo y desenvuelto, pero siempre sería de mal gusto -hoy y ayer- salir a la calle en calzoncillos o en bragas y sostén; hoy, algún alma caritativa le pondría un abrigo sobre los hombros; otrora, en tiempos remotos, la Inquisición, al considerarlo poseído de algún espíritu maligno, lo mandaría a la hoguera.
Sin embargo, nadie se escandalizaría hoy por ver en la playa a un señor en calzón de baño ni a una señora en bikini; lo anómalo sería que alguien se bañase vestido de chaqué -él- o envuelta en un abrigo de visón -ella-. Guardar las formas, las buenas maneras, según el tiempo y el lugar, constituyen parte importante de la buena educación, lubrican las relaciones sociales y nos ayudan a disfrutar de la alegría de vivir... y es virtud de los inteligentes.
El protocolo no es más que el conjunto de normas -escritas o tácitas- que nos indican cual debe ser nuestro comportamiento en determinados actos o ceremonias. Los diplomáticos son la quintaesencia de la cortesía y las buenas maneras; la zafiedad, la chabacanería, lo tosco y vulgar no están ni en su vocabulario ni en su hacer profesional; lo mismo debiera decirse de los políticos, un gremio que atraviesa una grave crisis de identidad y en el que son muchos -demasiados- los que quieren aparentar lo que no son.
Los diplomáticos son la quintaesencia de la cortesía y las buenas maneras
Viene al caso una anécdota que ocurrió en los tiempos de la Transición. En Barcelona se movía con mucha soltura un curita nacionalista, mosén Luis María Xerinacs i Damians, cuyas polémicas intervenciones tenían amplio eco en los medios de comunicación. Hacía pocos días que había llegado del exilio el honorable Josep Tarradellas(buena persona, ponderado y honorable de verdad), que hizo famosa la frase que pronunció desde el balcón de la Generalitat: " Ciudadans de Catalunya: ja soc aquí ".
Mosén Xirinacs le pidió audiencia para hablarle de la situación política y Tarradellas se la concedió de inmediato. Pero al verle entrar por la puerta del despacho en magas de camisa y vaqueros, Tarradellas se levantó rápido, como impulsado por un resorte, y le salió a paso, lo saludó con cortesía y, pasándole un brazo por los hombros, lo echó fuera del despacho con estas palabras: "Ya veo, mosén, que va usted de excursión al campo; vaya, vaya, y otro día hablaremos de lo que usted quiera".
Dentro de poco, se constituirán las Cortes Generales que salgan de las urnas el 20 de diciembre, 20-D. La próxima legislatura será trascendental. Confiemos -aunque tengo mis dudas- que sus señorías sepan hacer honor a la representación que les habrá dado el pueblo español y honren con la debida grandeza el acto de juramento o promesa y el solemne de apertura, según los cánones del protocolo y de las buenas maneras.
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