El vestuario. Modo de vestir en la Armada
Cómo vestir a borde de una embarcación militar. Armada Española
Cómo vestir correctamente en el barco
Ceremonial marítimo
A cada ocasión y lugar corresponde una forma adecuada de vestir cómodamente y que no desentone. Para la gran variedad de situaciones climáticas que un barco puede encontrar y para las diferencias de ambiente dentro del propio barco, entre el calor de la cámara de máquinas y la intemperie de las cubiertas, se han desarrollado varias indumentarias que van desde el mono de faena al chubasquero y el suéter.
Son ropas para abrigo y comodidad en el trabajo, pero no son las propias "de vestir" que la cortesía obliga a llevar en los lugares de descanso y reunión.
A través del tiempo, el traje "de vestir" de los marinos se ha ido adaptando lentamente al corte y calidad del de las personas civiles con quienes se trata en tierra, sin estridencias ni exageraciones y sin someterse demasiado a la moda. Ahora bien, en cuanto a los colores, se han mantenido fieles al azul oscuro y al blanco, con ribetes negros, toques de dorado en botones y galones y una discreta pirueta de colores vivos en las cintas de las condecoraciones, rechazando el abuso de una profusión de emblemas, usando sólo los más significados, uno o dos, y eso sólo en el uniforme de paseo.
El modo de vestir, si no es en sí mismo cultura, es por lo menos signo de identificación de culturas, del estado o representación de quien lo lleva y de la época en que se vive. Una simple ojeada basta para saber si una imagen determinada es la de un caballero del siglo XVIII, de un senador romano, de un beduino o de un mandarín chino.
Es que el vestuario distingue
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El color caqui adoptado por la Marina de los Estados Unidos para los uniformes de sus oficiales y suboficiales en la Segunda Guerra Mundial fue una ruptura de la tradición. Es difícil explicar por qué se adoptó este color "sufrido", elegido para las trincheras, donde los soldados no contaban con medios para lavar la ropa y su macuto no les permitía tener muchas mudas de repuesto, cuando en sus barcos funcionaban maravillosamente los trenes de lavado.
Los marinos, quizá incluso antes que los médicos, han tenido siempre muy clara la necesidad de la limpieza corporal y de sus ropas como antídoto contra enfermedades contagiosas y la infección de las heridas, y por ello adoptaron de antiguo colores que no permitieran disimular el desaseo.
El uso de "colores sufridos" -necesarios solamente para las faenas penosas- que muchas Marinas adoptaron para los uniformes debido al prestigio de los triunfadores de una guerra, es algo que debemos desterrar por inútil y contrario a las tradiciones de escrupulosa limpieza; limpieza que en los tiempos actuales es de absoluta necesidad en compartimentos y locales, sobre todo los de mando, donde los aparatos electrónicos e informáticos no toleran la menor mota de polvo.
Sable y bastón
El uso del sable se ha ido reduciendo en tiempos recientes, quedando prácticamente restringido a guardias y formaciones con armas. No ocurre lo mismo en muchas Marinas extranjeras, donde acompaña comúnmente al uniforme en ocasiones formales.
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Conviene, pues, acomodar nuestro uso del sable hasta donde sea posible al de ellos en las ocasiones comunes, con objeto de concurrir con semejante uniformidad, particularmente cuando nos encontramos en puerto extranjero.
Un caso característico es la visita protocolaria de Comandantes.
El bastón es por el contrario algo exclusivo de nuestra Armada, pero amparado por una sólida tradición. Su uso está reservado a los Comandantes de buques y unidades navales colectivas, de Capitán de Corbeta o superior, y de unidades de Infantería de Marina del empleo de Coronel o superior, o que sean batallones independientes. También el Jefe del Estado Mayor de la Flota lo usa por disposición expresa.
Puede ostentarse en cuantas ocasiones se concurra en calidad de Mando, en especial en actos militares colectivos y en visitas protocolarias. No se debe usar en puerto extranjero, a bordo del propio buque (excepto en la ceremonia de entrega de Mando), ni en presencia de S.M. el Rey (o su representante el Capitán General en la ceremonia de la Pascua Militar).
Siendo como se ve relativamente flexibles las normas, una elemental cortesía obliga también a acomodarse al uso que haga el Mando colectivo superior, llevándolo en las mismas ocasiones.
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