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Cambios legislación protocolo. Modificaciones: Leyes y Reales Decretos. I.

Cambios en la legislación de protocolo. Modificaciones de Leyes y Reales Decretos.

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Cambios legislativos en materia de protocolo

No suelen ser frecuentes los cambios de la legislación dedicada al protocolo o a sus materias afines. Y cuando tales cambios se producen, se trata de pequeñas modificaciones o de adaptaciones de normas anticuadas a las exigencias de nuestras transformaciones sociales. Cabalmente, es lo que ha acontecido no hace mucho, en un corto periodo de tiempo que supera escasamente los dos años.

Por lo tanto, no será inoportuno hacer aquí mención, siquiera sea brevemente, de las leyes y disposiciones que han sido publicadas en el período de tiempo aludido, ya que pueden ofrecer información de cierto interés a quienes hayan seguido últimamente algún curso sobre protocolo, de los muy diversos que hoy se imparten en España.

Los cambios normativos a que estoy haciendo mención aparecen referidos a cuestiones bien dispares, pues afectan a asuntos relacionados con la Corona, a buena parte de nuestro derecho premial, a los protocolos civil, militar y corporativo, sin contar una ley y dos decretos promulgados por las comunidades autónomas de La Rioja y de Andalucía.

A) Normas que afectan a la Corona.

Estas normas son tres y están constituidas por otros tantos reales decretos, uno que afecta a la Casa de Su Majestad el Rey, y dos que aluden al Príncipe de Asturias.

Son las siguientes:

1ª. El Real Decreto 1033/2001, de 21 de diciembre, que modifica el Real Decreto 434/1988, de 6 de mayo, regulador de la estructura y misión de la Casa del Rey, así como el distintivo de la misma, que había sido reglamentado por el Real Decreto 725/1993, de 14 de mayo.

Las modificaciones son de menor importancia: por la primera, se extiende la conservación del carácter de Ayudantes honorarios a quienes lo hayan sido del Príncipe de Asturias; y por la segunda, se amplia el uso del distintivo de la Casa del Rey al personal funcionario civil y a los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad que hayan servido en ella.

2ª. El Real Decreto 1461/ 1999, de 17 de septiembre, por el que se regula la carrera militar del Príncipe de Asturias, Don Felipe de Borbón y Grecia.

El Real Decreto se ocupa fundamentalmente de los ascensos del Príncipe, que se concederán por Real Decreto acordado en Consejo de Ministros, a propuesta del Ministro de Defensa. En todo caso, el heredero de la Corona será promovido al empleo inmediato superior siempre que vaya a obtenerlo cualquiera de los miembros de los Cuerpos Generales de los Ejércitos de su empleo que, en cada momento, figuren a continuación de Su Alteza Real en sus respectivos escalafones. El ascenso se producirá en forma simultánea en el Ejército de Tierra, en la Armada y en el Ejército del Aire.

3ª. El Real Decreto 284/2001, de 16 de marzo, por el que se crea el guión y el estandarte del Príncipe de Asturias. Como consecuencia, la propia disposición modifica el Reglamento de Banderas y Estandartes, Guiones, Insignias y Distintivos, aprobado por Real Decreto 1511/1977, de 21 de enero, en el sentido de añadir al Título II (Guiones y Estandartes) la regla número 3, que describe con todo detalle el guión mencionado, incluyendo sus medidas, sus colores y su uso, así como la regla 4, en la que se describe el estandarte del Príncipe, sus colores, sus distintos tipos y sus usos.

La descripción contenida en el Real Decreto se asemeja sobremanera a la que figura, en el Reglamento mencionado, para el Rey, con algunas diferencias: el color azul de la bandera del Principado de Asturias, como fondo, en vez de azul oscuro; el color púrpura del león rampante del segundo cuartel, en vez del color de gules; las cuatro diademas en la corona, en vez de ocho.

B) Normas sobre derecho premial.

Estas normas, de bastante entidad como pasamos a ver, atañen a varias condecoraciones civiles y militares, unas veces para adaptarlas a nuevas exigencias sociales o legislativas, otras para crear alguna nueva.

a) Condecoraciones civiles.

Estas disposiciones afectan a tres Reales Ordenes y a dos Medallas, y son las siguientes:

1ª. El Real Decreto 1974/ 1999, de 23 de diciembre, aprobó el Reglamento de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo, que había sido creada por la Ley 32/1999, de 8 de octubre. La Real Orden tiene como finalidad honrar a los fallecidos, heridos y secuestrados en actos terroristas, y comprende los siguientes grados: Gran cruz, que se concederá, a título póstumo, a los fallecidos en actos terroristas; y Encomienda, que se otorgará a los heridos y secuestrados en los mismos actos. Como nota especial, importa señalar que es la única orden civil que puede ser concedida a solicitud del interesado o de sus herederos.

Esta nueva recompensa es una condecoración sui generis, pues en realidad no premia méritos, como es lo habitual, sino la concurrencia de unas determinadas circunstancias en las personas, que, aunque dignas del mayor respeto, no dependen de su voluntad. Podría haberse utilizado, para obtener los mismos fines, cualquier otra condecoración con mayor antigüedad y prestigio.

2ª. El Real Decreto 283/2002, de 22 de marzo, creó la Medalla y la Placa al Mérito de la Marina Mercante, con objeto de distinguir a las personas españolas o extranjeras, que se hayan destacado de forma relevante por sus actuaciones en el ámbito de la actividad marítima, y con objeto de premiar las actividades desarrolladas por personas jurídicas, de especial significación o contribución al desarrollo o la mejora del sector marítimo, respectivamente. Desarrolló el Real Decreto la Orden del Ministerio de Fomento 1460/2002, de 6 de junio, regulando las condiciones del otorgamiento de estas distinciones, así como las características y empleo de la Medalla y de la Placa. Según la Orden, la Medalla será siempre de plata y la Placa, rectangular en bronce marino, y ambas serán concedidas por el ministro de Fomento.

La creación de esta medalla y placa ha venido a incrementar innecesariamente el número, ya excesivo, de condecoraciones en España, que ha tenido y sigue teniendo como consecuencia la subestimación de las mismas. Es una de las medallas que he clasificado en un tercer grupo, por orden de importancia, por requerir para su concesión sólo una orden ministerial (1).

 

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